¡Feliz 2024!
7 de Enero de 2023
Graciela Guadalupe
Si 2023 va a ser igual que el año de los patitos, ¡que 2024 se apersone ya mismo en la Argentina!
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Querido lector: ¡feliz 2024! No. No hay error en el deseo, sino esperanza. Esperanza de que, si 2023 va a ser como el 22, desaparezca del almanaque.
Empecemos por un dato: el dólar. A principios de 2022, rondaba los 200 pesos. ¿Cómo terminamos? Con un dólar blue a 360 pesos dentro de una familia de decenas de verdes, con un cepo burlado por millones de cuevas y arbolitos en Florida que se saludan con la policía con la misma familiaridad con la que usted se dirige al chino del supermercado de la esquina de su casa, sin saber hablar ni una sola palabra de mandarín.
Es cierto que también nos pegamos un alegrón de novela con millones de personas en las calles festejando la copa mundialista. Por fin se la pudimos arrebatar –la calle, no la copa– a los más de 10.000 piquetes que durante 2022 nos rompieron el arco de la tolerancia, una vez más.
Es todo tan vertiginoso en la Argentina que a veces cuesta hacer memoria. Parece que hubiera pasado un siglo desde que Guzmán empezó a negociar con el FMI hasta que escribió un tuit yéndose del Gobierno en el mismo momento en que Cristina encabezaba un acto político.
En 2022 hubo tres ministros de Economía, a Alberto le renunció o le renunciaron las tres cuartas partes del gabinete original y es muy probable que mientras usted, querido lector, está leyendo esta nota, algún espía ilegal le esté hackeando la compu o el celu para poner su nombre al frente de un ministerio porque al profesor-presidente ya no le queda gente para convocar. Le pido que, a pesar del riesgo, siga leyendo y coincidirá conmigo en que si 2023 va a parecerse un ápice al año de los patitos, es mejor que el 24 se apersone ya mismo.
Alberto está hoy tan extraviado que escucha borroso y ve en sordina
Apenas había empezado el verano pasado cuando casi decapitan a los turistas en la costa atlántica. Haga memoria y verá a Sergio Berni colgado de un helicóptero a metros de la arena, haciendo volar las sombrillas. Mal presagio. El mismo destino tuvo la inflación: tocó el cielo. El “Volare” de Domenico Modugno resultó un poroto comparado con la duplicación del costo de vida interanual y con la guerra a la inflación que Alberto había declarado en marzo.
Me dirá usted que no todo pasa por lo numérico, pero hasta el censo de población realizado en mayo –tan necesario– todavía adeuda resultados claves y, según trascendió, el pago a no pocos censistas.
Sin dudas, el hecho más grave de 2022 fue que intentaron asesinar a la vicepresidenta y que, por eso, Alberto dispuso un feriado. Fue el primero de dos parates laborales extraordinarios: uno por el intento de magnicidio aparentemente llevado adelante por una conspiración internacional financiada por Macri y sus compañeros del Newman, encarnada en un trío de lúmpenes sin prontuario que hicieron inteligencia vendiendo copos de azúcar enganchados en el extremo de amenazantes jabalinas, por las calles de Recoleta. El segundo feriado fuera de agenda fue por el triunfo en el Mundial, del que Alberto quiso sacar rédito y los jugadores lo mandaron a jugar con Francisquito –el hijo–, porque el Francisco del Vaticano estaba revoleando la bandera argentina encerrado en un cuarto de Santa Marta para que no lo viera ni oyera ningún obispo francés.
Perdidoso en su enfrentamiento con Cristina, Alberto decidió dar batalla al participante de Gran Hermano que lo acusó de coimero. Eso ocurrió antes de que los alumnos de la UBA, donde el presi dicta Teoría del Delito, pidieran que se lo excluyera de las aulas porque un profe que desoye fallos de la Corte no merece ni justicia, como decía el General.
En 2022, la Justicia condenó a Cristina a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, aunque con lo que duran los juicios en el país, mientras se apela y se recontraapela, podrá ser candidata a presidenta, a reina de Seychelles y a capitana de la selección nacional de fútbol con Maradona de vicepresidente aunque haya fallecido y hoy sea Messi quien está en boca de todos.
Ya se sabe que Cris siempre la pifia cuando elige y así le va.
El caso de Cristina jugando a ser opositora de su propio gobierno a quien más complicó fue a la oposición. Rodríguez Larreta sostuvo al ahora desafectado D’Alessandro, quien apareció en los chats privados con jueces y empresarios en Lago Escondido, el mismo lugar donde Grabois fue a sembrar cizaña entre los empleados de Lewis, que lo mandaron de vuelta a tomar campos de Entre Ríos para cosechar perejil trucho. Mientras, Lilita le reza a Santa Paciencia y Bullrich sube al primo Jorge Macri a la caravana electoral veraniega para tratar de cooptar al paquete de votantes al que Milei le muerde los talones. Espert pide cárcel o balas para que el Estado aplique la ley y Macri publica un libro cuyo título lo sintetiza todo: Para qué.
El año que pasó también se llevó puesta a Vicky Donda del Inadi. Nada grave. Hace casi 14 años que el país no tiene defensor del Pueblo de la Nación y a nadie parece preocuparle.
No vamos a soslayar que en 2022 también hubo momentos divertidos, como cuando Eduardo encontró a Juan Cruz, cuando Alberto confundió garganta poderosa con garganta profunda y en Córdoba propusieron enseñar cuarteto en los jardines de infantes, y crear el Día Nacional del Heavy Metal en el Chaco. Por eso decíamos que, si todo va a ser igual, mejor que se adelante el 24, cuando ya tendremos nuevo presidente. O al menos “un” presidente. Alberto está hoy tan extraviado que escucha borroso y ve en sordina.
La columna de Carlos M. Reymundo Roberts volverá a publicarse el 4 de febrero
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/feliz-2024-nid07012023/
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