Saturday, March 4, 2023

La política discute fuera de la realidad, por Sergio Suppo

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                 La política discute fuera de la realidad 

 3 de Marzo de 2023 

 Sergio Suppo

 En una vieja redacción, un cronista presencia la selección de la foto de tapa que registra el apretón de manos entre un mandatario israelí y un líder árabe. Las imágenes desconciertan al periodista. En voz alta se pregunta cómo es posible que esos dos hombres que habían intentado matarse durante décadas, ahora se saludaran en medio de los aplausos de la comunidad internacional. “Acuerdan los diferentes. Nunca olvides que pactan los que han estado enfrentados”, lo despachó un experimentado editor. Pelearse y negociar es parte esencial de las relaciones políticas. Aquella anécdota de otros tiempos ilustra con precisión una insólita discusión argentina de estas horas: con quién y cómo podría hablar un hipotético presidente surgido de la oposición en las elecciones de este año. Es inquietante que esta cuestión elemental sea uno de los problemas cruciales que se utilizan como tema de diferenciación de los presidenciables de Juntos por el Cambio. El tema supera los límites de esa coalición, alcanza otros espacios políticos y expone con crudeza la precariedad con la que se diseña el futuro. 

 Algo parecido podría decirse de la mentira repetida como un dogma según la cual el kirchnerismo pretende hacer creer que su líder, Cristina Kirchner, está proscripta por haber sido condenada en primera instancia en uno de los varios procesos judiciales por corrupción que tiene abiertos en su contra. La insistencia no logra ocultar lo evidente: la vicepresidenta es libre de intentar postularse en las elecciones que vienen. Que decida hacerlo depende de su voluntad y del respaldo que consiga en el peronismo. La recurrencia a inventar problemas ahí donde no los hay oculta los dramas reales. Hay una vieja desconfianza en los pactos políticos basada en el temor de que en ellos se canjean cosas impropias. La impunidad, por ejemplo. De ahí a discutir si se puede o no negociar en política hay un abismo. El arranque de la campaña electoral muestra a sus protagonistas fuera de la realidad y, peor, sin interés en explicar a sus votantes de qué manera enfrentarán un prolongado trayecto salpicado de desgracias conocidas: una inflación muy alta, un empobrecimiento estructural sostenido y un déficit fiscal sin financiamiento genuino.

 Un país entre deprimido e irritado muestra signos de descomposición social, protestas violentas y un avance palpable del crimen organizado junto a una suba de los delitos contra la propiedad en todas sus regiones. El poder político discute en el borde de su propia destrucción. Por una parte, el oficialismo muestra un desmembramiento producto del inconformismo que genera el fracaso de su propia gestión. Mientras, Juntos por el Cambio se empecina en debates ajenos al foco de los problemas y pierde el tiempo en una competencia pendular entre el consenso y la intransigencia. Es una cuestión de formas sobre la que se determina la mayor proximidad o lejanía al peronismo, con la hipótesis improbable de que el kirchnerismo quedará aislado de la fuerza que domina como sector principal. Unos y otros ensayan un juego de ocultamiento a su electorado de cuáles son sus verdaderos proyectos. Hay que ir en busca de textos periodísticos que indagan sobre los planes de gobierno para enterarse de fragmentos de supuestos trabajos de los especialistas de cada aspirante. 

 Campea otra vez la idea de que los votantes deben ser entretenidos con frases circunstanciales, fotos de ocasión, videítos ocurrentes y la insinuación de alguna expectativa. ¿Creen los genios del marketing político que sus clientelas electorales ignoran la realidad que padecen? ¿Desconocen que sus votantes están esperando que alguna vez un gobierno les mejore la vida? La Argentina es desde hace años un país cansado de perder el tiempo. Después de Mauricio Macri, la restauración peronista viene consumiendo sus cuatro años con el solo recurso de dejar agravar los problemas de siempre. Al oficialismo le viene costando trabajo ordenar hasta su retirada y entretiene a su gente entre la falsa proscripción de Cristina y la inviable reelección de Alberto Fernández. Juntos por el Cambio estira sus enfrentamientos internos y entrega la sensación de que no aprendió la lección que dejó el gobierno de Macri. Pareciera que sus días en la oposición no le están sirviendo para prepararse para volver al poder apenas cuatro años después de haberse ido y haber dado paso, nuevamente, al kirchnerismo. 

 Fue poco tiempo para tener otra chance, pero un lapso más que suficiente para haber preparado un programa de gobierno viable y acorde con la gravedad de los tremendos problemas que deberá enfrentar. Es legítimo preguntarse: ¿está preparada para gobernar la oposición o improvisará sobre la marcha? Ya se sabe que el peronismo sufre el aplazo del presente; mal podría esperarse de esa fuerza una solución en el futuro que no esté intentando ahora.El peronismo no había regalado antes de ahora una oportunidad tan propicia como la que se presenta esta vez a los dos o tres presidenciables de Juntos por el Cambio. Sorprende que la discusión pase por la dimensión que pueden tener las conversaciones entre los actores de un sistema político.

 Horacio Rodríguez Larreta se presenta como un dialoguista y Patricia Bullrich y parte del macrismo replican que no es posible dialogar sino gobernar con firmeza y decisión. ¿En qué país serio ambas ecuaciones no son parte de sus herramientas básicas? Negociar y liderar equivalen a la importancia del agua en la navegación. Nada más obvio. Como alternativa a unos y a otros cabalga sobre el enojo social la candidatura de Javier Milei. Todos son malos y perversos menos él, según sus palabras. Atrae votantes potenciales más por sus formas que por sus ideas, empeñado en imponer la libertad con prepotencia. Un oxímoron político, justo lo que nos faltaba.

 Fuente:https://www.lanacion.com.ar/ideas/la-politica-discute-fuera-de-la-realidad-nid03032023/

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