Sunday, September 4, 2022

El discurso del odio, un viejo recurso

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               El discurso del odio, un viejo recurso 

 A lo largo de su historia, el peronismo viene reiterando una marcada pulsión por sembrar divisiones de todo tipo y una tendencia a olvidarlas cuando ponen en juego su poder

 4 de Septiembre de 2022 

 El repudiable atentado contra Cristina Kirchner debería servir para unir a los argentinos en la defensa de la democracia y jamás ser utilizado como arma política para acusar a opositores por un supuesto “discurso del odio”, como hicieron el Presidente y el gobernador Axel Kicillof agitando aguas que deberían calmar. Es demasiada obvia su maniobra para impulsar un “clamor popular” que exima a la vicepresidenta de penas por los delitos de corrupción que denunció el fiscal Diego Luciani. Desde que la izquierda marxista pretendió cooptar el justicialismo hace medio siglo, se incubó un enfrentamiento entre los seguidores de Juan Domingo Perón, que costó muchas vidas y que subsiste en forma larvada. Ese es el discurso del odio más relevante y más profundo que aún no ha sido superado. Para quienes son jóvenes, basta contrastar lo que todavía simbolizan Isabel Perón y Cristina Kirchner para ese movimiento.

 Isabel fue la primera presidenta mujer de América Latina, sucesora de Perón, tras su muerte en 1974. Cristina sucedió a Néstor Kirchner en 2007, aunque supo revalidar sus credenciales por mérito propio al ser elegida dos veces por amplia mayoría. Ambas integraron fórmulas conyugales con maridos que no confiaban en nadie, como los esposos Marcos en Filipinas o los Ortega en Nicaragua, paracaidistas ajenos a la democracia que suelen terminar sin ella. Como Manuelita Rosas, en 1841, las dos recibieron sendas “máquinas infernales” como legados maritales, una diseñada para aniquilar y la otra para corromper, pero esta vez explotaron en sus manos. Cristina Kirchner e Isabel Perón tienen cosas en común y, si no, se complementan. Cuando una es acusada de aniquilar la subversión, la otra es ensalzada por indemnizar ilegítimamente a sus víctimas Aquella conoció a Perón como bailarina folklórica. Luego abandonó la danza hasta 1975, cuando Celestino Rodrigo y José López Rega la hicieron bailar otras melodías. 

La segunda ha preferido los cánticos militantes para contonearse desde los balcones o los escenarios. Todavía está por verse qué compases le hará bailar Sergio Massa cuando los aumentos de tarifas y la mayor inflación atronen en los bolsillos de su audiencia. En la Argentina, las fiestas populistas siempre fuerzan a las viudas a bailar con los más feos. Ambas hicieron carreras políticas de la mano de sus maridos y recibieron enormes fortunas de origen desconocido al fallecer aquellos. Isabel debió enfrentar juicios relativos a la sucesión de Perón y vive retirada, como una aristócrata española, evitando volver a la Argentina para no ir a prisión. En cuanto a Cristina, los esquemas armados por su marido fueron tan torpes que, ahora, en lugar de disfrutar de sus nietos, peregrina por tribunales mascullando “la que se siente una b… soy yo”. La CGT ahora cierra filas para proteger a Cristina Kirchner en la causa Vialidad, como lo hizo respecto de Isabel, demostrando su enorme laxitud ética. Una, procesada por delitos de lesa humanidad. Otra, por administración fraudulenta Al igual que Cristina, la viuda de Perón percibe una doble pensión, por ella y por su marido, que alcanzó el grado más alto del escalafón militar. Ambas viven en barrios exclusivos de las ciudades donde habitan: Isabel, en un barrio cerrado próximo a Madrid. Cristina, en Recoleta. La madrileña habrá recorrido el Valle de los Caídos lamentando no haber podido enterrar a su marido cerca del Generalísimo, la platense visitaba el insólito mausoleo de Río Gallegos acompañada por su constructor, Lázaro Báez, a quien le otorgaron toda su confianza, con el grado de testaferro mayor.

 Al igual que Cristina, la viuda de Perón mantiene un estrecho vínculo con el Vaticano y ambas recibieron rosarios del Papa Francisco. La viuda de Kirchner lo usó como collar laico en Semana Santa en el encuentro EuroLat y como prueba divina de su inocencia en el Senado, cuando convocó a sus bloques en otra maniobra distractiva. Cuando se trata de protegerlas de la Justicia, para el peronismo ambas son lo mismo. Mientras subsista ese odio larvado, nada bueno puede presagiarse Mientras Isabel conserva recuerdos de López Rega e imágenes del Caudillo de España, la sucesora de Néstor guarda con orgullo sus fotos con Fidel Castro y Hugo Chávez, mientras relee La historia me absolverá, el alegato del comandante en su juicio de 1953, por el asalto a los cuarteles Moncada. Como se advierte, ambas viudas tienen cosas en común y, si no, se complementan. Cuando una es acusada de aniquilar la subversión, la otra es ensalzada por indemnizar fraudulentamente a sus víctimas. El 31 de julio de 1974, el diputado Rodolfo Ortega Peña, director de la revista Militancia Peronista, fue asesinado por la Triple A durante la presidencia de Isabel. Ese grupo paramilitar fue organizado desde el gobierno para combatir la subversión armada, con apoyo del peronismo histórico. En dos años y medio, asesinó a alrededor de 3000 personas sindicadas como izquierdistas. El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner nombró secretario de Derechos Humanos a Eduardo Luis Duhalde, socio de Ortega Peña y también impulsor del socialismo nacional, quien continuó en su cargo hasta su muerte, durante la presidencia de Cristina Fernández. En 2007, la justicia española ordenó la detención de Isabel, a pedido de un juez de Mendoza, por el secuestro de dos activistas en 1974. Dada su avanzada edad, obtuvo prisión domiciliaria. 

De inmediato, las mismas Madres de Plaza de Mayo que ahora convocan a marchar por la vicepresidenta y que aplauden que tantos acusados por delitos de lesa humanidad no reciban el beneficio domiciliario a edad avanzada, celebraron la noticia como señal de que “comienza a llegar la justicia”. Para el peronismo, todo es lo mismo. Este año, cuando Isabel cumplió 91, Julio Piumato, secretario de Derechos Humanos de la CGT, pidió su sobreseimiento a la justicia federal en la causa de la Triple A, para poner fin “a la injusta proscripción que aún pesa sobre ella”. Y la misma CGT, con la firma de Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, reclamó al Presidente la instalación de su busto en la Casa Rosada para “recuperar la memoria histórica de los trabajadores”. Así estaría cerca de la efigie de Néstor Kirchner. La CGT ahora cierra filas para proteger a Cristina Kirchner en la causa conocida como Vialidad, como lo hizo respecto de Isabel, demostrando su gigantesca laxitud ética. La una, procesada por delitos de lesa humanidad; la otra, por administración fraudulenta, con daño al sistema democrático. Andrés “Cuervo” Larroque declaró que la casa de Cristina, en Uruguay y Juncal, es un santuario peronista. La conversión de una unidad funcional en un lugar de veneración religiosa no parece conciliarse con el régimen de propiedad horizontal, ni tampoco con las normas de convivencia entre vecinos. Más simple es el santuario de la CGT para Isabel en el salón Felipe Vallese de la calle Azopardo. Perón, que siempre leía las Vidas Paralelas de Plutarco, no hubiera tolerado que el historiador romano comparase a las dos viudas como paradigmas del peronismo. Su doctrina era lograr una comunidad organizada con justicia social, pero sin lucha de clases, como proponen quienes veneran a Héctor J. Cámpora. 

 Las dos expresidentas, testigos de los peores dramas que vivió la Argentina reciente, representan la contradicción más flagrante que subsiste en el peronismo. Se mantiene sin resolución, por una cuestión de poder e intereses. Con tal de mantener gobernaciones, intendencias, cajas sindicales, planes sociales y botines varios, les da igual Noruega que Venezuela. Cuando se trata de protegerlas de la Justicia, para el peronismo ambas son lo mismo, aunque sean extremos opuestos. Mientras subsista ese odio larvado, nada bueno puede presagiarse para lo que vendrá. Con inflación del 100% y pobreza en aumento no debería unirse para ocultar delitos, sino para terminar con esos escandalosos flagelos. Es tiempo de que repliquen a Mijail Gorbachov, adoptando una perestroika (renovación) con glasnost (transparencia) para superar modelos perimidos mediante un consenso republicano conforme los valores de la Constitución nacional. Seguir jugando a la ruleta rusa es profundizar la crisis y agravar la situación para quien triunfe el año próximo, acaso otro objetivo aún más difícil de aceptar, pero igualmente capaz de cohesionar voluntades.

 Fuente:https://www.lanacion.com.ar/editoriales/el-discurso-del-odio-un-viejo-recurso-nid04092022/

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