Sunday, January 1, 2017

POL/SOC/GralInt-Sensibilidad social: hechos y no palabras

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Sensibilidad social: hechos y no palabras


El pasado reciente mostró que no se promueve el bien común con relatos progresistas mientras se fomenta la corrupción y la pobreza

31 DE DICIEMBRE DE 2016



Quizás una de las descalificaciones más repetidas que la oposición formula al equipo de Mauricio Macri, es que, por su extracción social y formación académica, carecería de sensibilidad social por desconocer las necesidades de la gente, al provenir de una "burbuja" en cuya reluciente concavidad no hay desempleo ni hacinamiento. Ni bolsillos huecos, ni heladeras vacías.

Se trata de un ataque ad hominem muy obvio y también cínico. Un lugar común de ahora y de siempre. Parecería que la política, para ser exitosa, requiere picardía, repetir muletillas, alzar bebes, saber de fútbol y "caminar el país". También mentir un poco y guiñar el ojo. Pero el buen gobierno exige virtudes y ciencias de otro calibre para mejorar el nivel de vida de los desposeídos, en lugar de alegar sensibilidad para mejorar la propia.


La misión del estadista es mantener un equilibrio entre las exigencias de hoy y la sustentabilidad del mañana. Y el buen político, como caracterizaba Ortega al conde de Mirabeau, logra consensos permitiendo esa delicada armonía que impone sacrificios al soberano y piquetes al gobernante.

Los populismos invocan sensibilidad social para destinar todos los recursos al corto plazo, incinerando el futuro, como en Venezuela. Invocando proximidad con la gente, se usa al Estado para ganar poder, designar parientes, financiar militantes y enriquecerse personalmente con adquisiciones y obras amañadas. Entretanto, la gente saquea supermercados para alimentarse, reemplazando la ética de la solidaridad por el hombre lobo del hombre.


La sensibilidad social es otra cosa. Se demuestra con hechos reales, silenciosos, honestos y puntuales. Haciendo cloacas, proveyendo agua potable, pavimentando calles, equipando hospitales, mejorando el transporte, privilegiando la educación y garantizando la seguridad. Los bienes esenciales, que los ricos adquieren en forma privada, y los pobres sólo conocen por las promesas de campaña.

Para ejecutar esa infraestructura solidaria se requiere mucho más que una declaración compasiva de la boca para afuera, ceñida de aplaudidores y cooptada por truhanes, expertos en sobreprecios y retornos.


Se requieren profesionales de calidad, como ingenieros, administradores, arquitectos, técnicos y licenciados en disciplinas científicas y sociales que pongan sus conocimientos al servicio de esas obras. Se precisan hombres de finanzas para obtener créditos de largo plazo que las hagan posibles. Y un gobierno que genere credibilidad y confianza para que el crecimiento permita pagarlas.

Es fácil ufanarse de sensibilidad social gastando dinero que no es propio. Pero ese loable rasgo moral, que embellece a las personas si implica un sacrificio individual, obliga a la justa indignación cuando hay aprovechamiento del dinero ajeno. O sea, de los fondos públicos, sustento material de toda acción social, sin los cuales sólo habrá discursos mentirosos.

Nadie puede arrogarse sensibilidad social si, en la práctica, ha tolerado la acumulación de 16.000 sillas de ruedas sin uso en el PAMI, o aplaudido el plan Qunita con sobreprecios del 100% en la compra de 150.000 kits para embarazadas o el desvío de fondos en el Fútbol para Todos o en subsidios al cine, como la película biográfica de Néstor Kirchner. O consentido que Aerolíneas Argentinas haya perdido dos millones de dólares diarios bajo la administración de Mariano Recalde; o que Vialidad Nacional haya pagado sobreprecios de mil millones de dólares a Austral Construcciones; o se hayan desviado fondos para la compra de medicamentos con los 287 millones de dólares del Plan Remediar (BID); o que el fisco haya omitido cobrar 8000 millones de pesos de impuestos a Cristóbal Lopez; o más simplemente, que haya dado el visto bueno a las miles de designaciones publicadas en el Boletín Oficial del 10 de diciembre del año pasado, que ocupó 188 páginas privilegiando amigos, punteros y militantes.

Como el busto de Jano, que mira hacia el futuro y el pasado, la verdadera sensibilidad social exige asumir nuestra historia, reconocer nuestro presente y actuar hacia el futuro para que las nuevas generaciones tengan igualdad de oportunidades a través de educación, salud y un trabajo digno, sin tener que apretujarse en ómnibus escolares para asistir a actos políticos, arrastrar a sus hijos a mitines convocados por los punteros, ni devolver parte de sus subsidios para poder comer.









Fuente:www.lanacion.com.ar

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