Friday, June 22, 2012

Emprendedores argentinos: Cazadores de ideas

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Emprendedores argentinos: Cazadores de ideas

Son empresarios exitosos y empezaron por su cuenta. Ahora te cuentan como hicieron para convertir su sueño en realidad


Florencia Gagliardi
Especial para ConexiónBrando





































Desde que tenía seis años, Andy Freire supo que quería montar su propio negocio, y ni bien pudo, lo hizo. No fue una utopía ni un deseo pasajero. A los 24 años, sin temor al fracaso y guiado por la convicción de que lo iba a lograr, renunció a un puesto en Procter&Gamble, y lanzó junto a Santiago Bilinkis, una de las mayores empresas de venta de artículos de oficina por Internet: OfficeNet.

Quien apostó al proyecto casi a ciegas fue el padre de una amiga de una ex novia, dueño de una importante empresa de botellones de agua, que le facilitó medio millón de dólares para comenzar a rodar la iniciativa. "Lo fui a ver diciéndole que quería entender cómo era ser empresario y él lo que me dijo fue que tenía que pensar una vieja idea y ejecutarla mejor que los demás", cuenta Freire en una charla distendida de bar.

Andy es hijo de una profesora de inglés y de un médico traumatólogo. De esas raíces que poco y nada tienen que ver con el mundo emprendedor, surgieron él y su pasión por innovar y crear. Hoy, a los 40 años y con una vasta trayectoria que incluye experiencias como OfficeNet, Axialent y la más reciente Restorando, está convencido de que en Argentina abundan las oportunidades y las ideas por capturar.

Para Freire la pasión, la determinación y la inteligencia emocional son algunas de las capacidades que deben guiar a todo aquel entusiasta dispuesto a correr el riesgo de crear un proyecto nuevo. "La diferencia entre los buenos emprendedores y los malos no es la cantidad de desafíos que emprenden sino la capacidad de responder a esos desafíos de una manera distinta", señala el empresario, que además revela su intención de armar en el transcurso de este año una compañía de e-commerce en el país, junto a su mano derecha Santiago Bilinkis.

"El verdadero secreto de un buen emprendedor es seguir su pasión, no salir a ganar plata. Ganar plata es la consecuencia inevitable de hacer las cosas bien y de abocar su pasión en algo que termine cambiándole la vida a la gente", dice, y esboza la idea de que el fracaso de los que no llegan a concretar sus proyectos tal vez sea consecuencia de emprender por necesidad y no por convicción.

Hace diez años atrás nadie hablaba de emprendedores, ni de startups, ni de buenas ideas llevadas a la práctica, pero hoy, después de varias experiencias exitosas, esto cambió, y la cultura de los emprendedores está creciendo a pasos agigantados. Prueba de ello es que la Argentina se ubica como uno los 20 países con más emprendedores a escala mundial. "Hoy en día el mundo está abierto a que cualquier persona pueda capturarlo. La tecnología lo que hizo fue ecualizar y romper las barreras para que eso pase", resalta Freire. En este sentido, su deseo es dejar de ser CEO de compañías para ayudar a promover el emprendedorismo en el país.





































La creatividad, el talento y la perseverancia, son tres cualidades que no pueden escasear si se quiere llegar a la meta. Dentro del universo de los que se animaron y creyeron en su proyecto está Tomás Pando, creador junto con Francisco Piasentini y Francisco Murray, de las alpargatas Paez Shoes. Pando tiene 30 años y es licenciado de administración de empresas. Es de Corrientes y mientras toma un café cuenta que su pasión por innovar viene de familia, con un bisabuelo que instaló la industria del tabaco en Goya.

En el 2004, todavía estudiante, armó con sus hermanos y un conocido su primer emprendimiento relacionado al turismo de caza y pesca. El proyecto no prosperó, pero la experiencia sirvió de base para lo que en un futuro sería Paez. Se recibió y a su regreso de un viaje por Europa se echó a probar suerte. "Tenía 25 años, había mucho por explorar y el costo de fracasar era bajo", comenta al tiempo que confiesa que fue uno de los libros de Freire, Pasión por emprender, su motivo de inspiración. "Me hizo entender que ese tipo de vida era la que yo quería seguir", dice.

Después de investigar y tomar contacto con varios emprendedores, un día de 2007, nació la idea de darle vida a algo que en Argentina estaba olvidado: las alpargatas. Así fue como, después de hablar con Pancho Murray, su compañero de colegio y facultad, invirtieron 20.000 pesos de base y arrancaron con las Paez Shoes. Compraron la tela, la mandaron a un fabricante y armaron el sitio. Los resultados fueron óptimos y en muy poco tiempo empezaron a llegar pedidos desde Italia, España, Colombia y Chile, entre otros países.

Hoy en día, con un equipo de casi 50 personas y después de haber pasado por altas y bajas, el negocio se diversificó y las Paez, no sólo se fabrican a nivel local en Argentina y Chile, sino también desde hace un año se elaboran en Asia, desde donde se distribuyen a todo el mundo. Uno de los próximos objetivos a concretar es poner un pie firme en Brasil, y continuar creciendo. "Quiero crear una empresa lo más grande posible, que dé la mayor cantidad de trabajo y que genere el mayor impacto en la Argentina: esa es mi misión", explica Pando, mientras le brillan los ojos de entusiasmo. Para él no hay una receta exacta para lanzarse a emprender. "Es la pasión de uno por hacer algo y creer en su proyecto", dice, y a ello agrega que el equipo y la perseverancia son fundamentales para tener éxito.





































Pablo Orlando, creador de Good People, es otro ejemplo de que querer es poder. Su voz sedosa llega al teléfono desde una oficina ubicada en San Francisco, en California, tierra de los deportes extremos. Cuenta que el proyecto empezó en el 2008 armando tablas de skate y longboard en un garaje como hobby y al ver que había una oportunidad de negocio, con su socio Daniel Jejcic, decidieron montar una página de Internet.

Con el foro surgió la comunidad y con la comunidad los encuentros, y así nació Good People, una empresa de tecnología inmersa en los deportes extremos. "En ese momento en la Argentina no estaba bien integrada la comunidad de los deportes extremos y nosotros lentamente a través de página web empezamos a juntar a la gente y a organizar eventos", cuenta Pablo, que desde principio de año reside en San Francisco, con el objetivo de lanzar el sitio a nivel mundial en un cálculo aproximado de tres meses.

Empezaron con sus ahorros, luego hicieron una ronda de inversión entre familiares y amigos, y más tarde otra con inversores ángeles argentinos. Hoy por hoy están con una serie A en Silicon Valley, la cuna del Social Media y las Community Platforms, es decir de las plataformas que nuclean a los deportes extremos, lo cual en términos de crecimiento significa un gran logro. "Consideramos que somos los deportes extremos del futuro y queremos vincular todo lo que pasa offline en el mundo online", destaca Pablo.

Hace 2 meses fueron aceptados en RocketSpace, una de las aceleradoras más importantes de San Francisco. Además ganaron varios premios a nivel estatal, como el Buenos Aires Emprende (2010), o la Competencia NAVES (2011). Sin embargo, el gran salto fue haberse convertido en emprendedores Endeavor. "Eso a nivel internacional es un cambio radical: ser emprendedor Endeavor es lo más grande a lo que un emprendedor puede aspirar", admite este joven de 28 años.

Habla de la perseverancia, de la preparación y de la motivación. También señala la importancia de armarse un buen equipo, una red de mentores y por sobre todo de escuchar la opinión de los clientes. Todos arriban a una misma conclusión, y es que emprender, innovar y crear son parte de un mismo camino que se construye con espíritu de aprendiz, con tenacidad y constancia, se trata de una maratón intensa a la que se llega con esfuerzo y pasión y, como bien reflexiona Andy Freire, "hay que estar preparado para hacerlo".


Fuente: www.conexionbrando.com

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