Friday, July 19, 2019

EDITORIAL-Fieras y lobos en la Catedral

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EDITORIALES

Fieras y lobos en la Catedral



19 de Julio de 2019

El pasado fin de semana, los amantes del tenis disfrutaron de las instancias finales del tradicional torneo de Wimbledon, el tercero de Grand Slam de la temporada. Por la final de singles, se enfrentaron el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic en un extenuante partido de 4 horas y 57 minutos de juego, la final más extensa de la historia.

Podríamos discurrir sobre errores no forzados, tiros ganadores o saques quebrados. Pero los números no siempre explican lo que realmente sucede en el campo de juego. Fue un duelo de titanes. Descontando diferencia de edad en cada golpe sobre el césped de una cancha, Federer se ilusionaba con obtener el preciado trofeo por novena vez en la historia, merecido, por cierto. Estuvo muy cerca. Djokovic venció en Wimbledon tras ganar este año también el Abierto de Australia y el Masters 1000 de Madrid.

El resultado fue un ingrediente importante, pero las horas de televisación trasuntaron también todo lo que dos espíritus indomables tenían para dar en la cancha.

Por su parte, nuestro compatriota, el cordobés Gustavo Fernández, de 25 años, número dos del mundo en tenis adaptado, campeón de Australia y de Roland Garros 2019, derrotó también el domingo en tres sets a Shingo Kunieda, el mejor jugador adaptado de la historia y primero del ranking, ganándole por tercera vez. Su primer triunfo destacado en Londres fue jugando la final de dobles adaptado en 2015 junto al francés Nicolas Peifer; un año después, el tradicional torneo incorporaba la categoría single para tenis adaptado. Fue esta su quinta consagración en torneos considerados major dentro del deporte blanco, premio al esfuerzo y la dedicación de muchos años. Tribunas menos pobladas, un juego atractivo y diferente, dos gladiadores a caballo de sus sillas desplazándose todo lo velozmente que sus vigorosos brazos les permiten impulsarse. Un espectáculo que consagra el espíritu de superación ante la propia limitación física, potenciando una energía irrefrenable que nace del interior de cada ser humano cuando corre detrás de un sueño. "Ni siquiera lo había soñado. Es muy difícil consagrarse acá. Solo mi equipo sabe lo duro que trabajé para conseguir esto...", fueron las emocionadas palabras del Lobito Fernández, quien no escatimó elogios para su rival.

Un capítulo aparte merecen los premios recibidos: casi tres millones de dólares para Djokovic, casi uno y medio para Federer y apenas 57.800 para Gusti Fernández. Seguramente, los valores de televisación y ventas de entradas justificarían la diferencia, pero sería sano, precisamente en términos deportivos, que se revisara el tema desde la organización de los torneos que afortunadamente han incorporado el tenis adaptado. Debieran jerarquizarlo también con mejores recompensas para tantos atletas que merecen ver reconocido su esfuerzo y recuperadas sus inversiones.

Una vez más, el deporte nos enseña el valor del esfuerzo personal y del fair play en contacto con los otros. Animarse a superar los propios límites y dejar lo mejor de uno en el camino tendrá siempre recompensa.


Fuente:https://www.lanacion.com.ar/editoriales/fieras-y-lobos-en-la-catedral-nid2269082

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