Saturday, April 27, 2019

OPINIÓN | EDITORIAL-La victimización como política

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OPINIÓN | EDITORIALES 

La victimización como política

La expresidenta Cristina Kirchner dice ser víctima del Poder Judicial y de traiciones políticas, cuando solo es víctima de la aplicación del Código Penal

27 de Abril de 2019

"Lo que nos está pasando". Así tituló Cristina Kirchner el video con el que dio a conocer los padecimientos de salud de su hija Florencia , adjudicándolos al estrés que -a su entender- provoca en la joven la "persecución" política y judicial de la que no le caben dudas de que está siendo víctima. Se trata de una definición que describe más a la auténtica Cristina Kirchner que al estado sanitario de Florencia, que merece tratamiento y respeto, sin ninguna duda. Habla más de la madre que de la hija, porque la actual senadora nacional, como muchos otros dirigentes políticos del continente y del mundo, ha hecho de la victimización su principal herramienta electoral y estrategia defensiva predilecta frente al enorme cúmulo de pruebas en causas que se le siguen por delitos cometidos contra el Estado, esto es, contra todos los argentinos. En todo caso, Florencia es víctima de su propia madre, que la ha hecho partícipe de sus delitos.

Ponerse en el papel de víctima le ha facilitado a la expresidenta, no solo ahora sino desde siempre, esquivar las respuestas a los requerimientos de una Justicia que, en buena parte, tampoco ha demostrado mucho apuro por requerírselos.

Cristina Kirchner se ha victimizado por ser peronista. "Solo a Perón y a mí nos han denunciado por traición a la patria", ha dicho en una de las pocas entrevistas que concedió cuando estaba en campaña para el cargo que hoy ocupa. También ha sostenido hasta el cansancio que todo le cuesta más por "ser mujer" y, como no podría ser de otra manera en la concepción populista de la política, que se la hostiga por revolucionaria, porque enfrenta a las corporaciones, porque critica al establishment, porque se quedó viuda y está sola: llegó a decir que por esa razón Macri le gritó por teléfono cuando ella se negaba a traspasarle el mando presidencial. Incluso, ha hablado recientemente de "maniobras distractivas" del Gobierno para tapar la crisis de la economía. La principal maniobra es la de querer desviar la mirada de la Justicia para que no se pose sobre ella.

Sería injusto afirmar que solo Cristina Kirchner se victimiza. La historia política reciente y no tan reciente ha dado muchos ejemplos. La mayoría, ciertamente, se vincula con representantes del kirchnerismo, hoy presos o por estarlo. Todos dicen ser víctimas del Poder Judicial, del actual Gobierno, de traiciones políticas y de soplones, pero víctimas al fin. Cuando, en realidad, y como corresponde, son víctimas de la aplicación del Código Penal.

En un artículo publicado en LA NACION, titulado "La victimización como paradigma", el economista Emilio Ocampo sostenía que este tipo de victimización "promueve y se alimenta del narcisismo colectivo maligno, un concepto que introdujo Sigmund Freud y que luego desarrolló Erich Fromm. Quien lo padece está convencido de que el grupo al que pertenece (definido por su nacionalidad, etnia, religión o género y no por haber alcanzado algún mérito gracias a su trabajo, dedicación o esfuerzo) tiene un estatus especial o superior y merece reconocimiento, derechos y consideraciones especiales por parte de quienes no pertenecen a él". Y que "cuando no obtiene ni lo uno ni lo otro, reacciona de manera agresiva [...] Para el narcisista -decía acertadamente Ocampo-, todo lo bueno que ocurre en su vida es gracias a sí mismo y lo malo, culpa del otro".

Hay una proyección incluso que el político que se cree víctima realiza sobre quienes lo siguen, ya que se empeña en poner a esos seguidores en el mismo lugar doliente y sacrificial en el que él supuestamente se encuentra. Dicho en otros términos, el electorado debe sentir también que es perseguido. Decía Perón que el pueblo argentino fue esclavizado por el imperialismo. Lo mismo dice hoy Nicolás Maduro y lo decía antes Hugo Chávez , quienes dejaron un ejército de verdaderas víctimas, hambreadas y sin ningún tipo de libertades ni derechos, en la Venezuela de la que se apoderaron como si fueran sus dueños.

¿Qué están empezando a ensayar en nuestro país esas víctimas supuestas de ofensivas planetarias? ¿Acaso un perdón, una amnistía? Quien agudice un poco la atención, descubrirá cómo muchas de ellas ya hablan de esa posibilidad sin siquiera ruborizarse. Elucubran un proyecto de amnistía en favor del condenado "injustamente". Un "acá no pasó nada", un "borrón y cuenta nueva". No sería la primera vez, por cierto. Pero sería lamentable que quienes deben dar explicaciones de sus delitos ante los jueces se montaran una vez más en el oportunismo político, en la tentación del victimismo, para no pagar el castigo de haber sido parte de una camarilla delictiva, de una asociación ilícita cuyo objetivo fue el vaciamiento sistemático del Estado.

Son los que se la pasan aupándose en escenas de complots en su contra, pero que no son capaces de refutar ni con una sola prueba que ellos no tuvieron nada que ver en los desfalcos por los que están denunciados. "Lo odié", le respondió Cristina Kirchner al periodista que le preguntó, en una de aquellas poquísimas entrevistas, qué sintió cuando se enteró del intento de ocultamiento de bolsos con dólares, euros y joyas en un convento por parte de su exfuncionario José López. Hasta hoy no sabemos si odió lo que hizo López o si lo que odia es que haya sido tan tonto como para pretender desprenderse de esa forma del dinero mal habido.

Es curioso que quienes se entierran en el fango de la mentira con sus pseudovictimizaciones se filmen para intentar aleccionar. Lo hace Cristina y lo hizo Luis D' Elía, otro kirchnerista con graves problemas con la Justicia. "Prepárense, oligarcas, no les va a alcanzar la Argentina para correr", advirtió el dirigente piquetero y exfuncionario kirchnerista cuando se vio cerca de la cárcel, en un video en el que afirmó que los médicos le aseguraron que moriría si lo llevaban preso. Como prueba, se levantó la remera para mostrar la cicatriz de una operación más o menos reciente. De inmediato, esgrimió que todo lo que le pasa se debe a que "los jueces de Comodoro Py responden al Gobierno, hay una conspiración de los Estados Unidos para perseguir a la oposición y los medios de comunicación mienten, porque lo que pasó con la comisaría (la brutal toma que lo tuvo como líder) fue en realidad una protesta". Una ensalada condimentada a gusto del delincuente.

Siguiendo ese criterio, ningún dirigente político debería ser investigado judicialmente. Si un juez les pusiera el ojo encima, automáticamente debería ser interpretado como una conspiración y una persecución, una cacería para sacarlos de carrera. Hay un ejemplo que de tan alevoso entra en la categoría de ridículo. Ocurrió cuando la Justicia detuvo a un sobrino político del gobernador formoseño, Gildo Insfrán, porque en un camión de propiedad de aquel se encontraron 2,5 toneladas de marihuana disimuladas en un cargamento de zapallitos. ¿Qué dijo el peronismo formoseño? Que se trataba de una persecución política. Pero la marihuana era tan tangible como los zapallitos que la contenían.

La victimización es, a todas luces, un burdo atajo de impunidad, un ansia de exención a toda prueba, un pasaporte para delinquir sin tener que pagar por las consecuencias. Y conlleva también un riesgo, por cuanto una víctima atrae la compasión de quienes pueden a llegar a sentirse también víctimas de los males que se agitan para sembrar el miedo.

La victimización como política no debiera convertirse en la política de la victimización. A las víctimas inexistentes hay que denunciarlas y hacerlas cumplir la ley, ante la cual todos somos iguales.


Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/editoriales/la-victimizacion-como-politica-nid2242161

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