Wednesday, July 25, 2018

OPINIÓN | EDITORIAL-Al césar lo que es del césar

The following information is used for educational purposes only.


OPINIÓN | EDITORIAL

Al césar lo que es del césar

Las llamativas palabras de algunos obispos no pueden opacar la tradición de la Iglesia de abstenerse de participar de disputas políticas entre argentinos

25 de Julio de 2018

En los últimos días, una parte minoritaria pero de voz crecientemente alta en la jerarquía eclesiástica se ha expresado en diferentes ámbitos y celebraciones religiosas con un tono de confrontación más apropiado para la arena política. A la condena explícita de la interrupción voluntaria de embarazos, en obvia concordancia con el magisterio de la Iglesia, que está desde siempre a favor de las dos vidas, se han sumado comentarios llamativos sobre el desenvolvimiento de la vida democrática.

Se agregaron así duras y explícitas advertencias sobre la política social del Gobierno. No faltaron entre ellas elogios al peronismo, por cierto difíciles de sostener con un mínimo de rigor histórico. Por un lado, la intervención de monseñor Jorge Rubén Lugones, obispo de la diócesis de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en la Semana Social que tuvo lugar en Mar del Plata el mes último; por otro lado, la controvertida homilía de monseñor Eduardo Horacio García, obispo de San Justo, en ocasión de la misa que presidió en la catedral de su diócesis, en conmemoración del 44° aniversario de la muerte del general Juan Perón.

En su alocución, monseñor Lugones abordó temas claves de la Doctrina Social de la Iglesia, como el de la distribución de la riqueza y el del crecimiento de la pobreza, denunciando en ese contexto una "falta de sensibilidad social". Su mensaje parecía claramente dirigido a las dos figuras políticas más destacadas de su auditorio: la gobernadora María Eugenia Vidal y la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley.

Sorprendió por destemplado, cuando no había ya posibilidad de derecho de réplica, que el obispo volviera a tomar la palabra luego de la exposición de la gobernadora, quien según la costumbre debería haber cerrado la jornada. Fue precisamente el momento en que se hizo la interpelación a tales funcionarias, más que el contenido en sí de las palabras, lo que fue a todas luces chocante.

Vidal y Stanley, habiendo accedido a la invitación a participar del encuentro, sufrieron así una situación de maltrato en un ámbito inesperado. Justo ocurrió con ellas, que encarnan para muchos, en relación con el elenco gubernamental, el mayor esfuerzo de atención hacia los más necesitados.

En discurso por demás crítico, Lugones calificó de "catástrofe" la situación actual, condenó el trabajo infantil y el narcotráfico, defendió el cuidado de la naturaleza, "la Patria Grande latinoamericana y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Que un prelado se explaye sobre cuestiones que involucran a los humildes es absolutamente razonable y propio de su misión pastoral. No podríamos decir, en cambio, que su competencia y formación en cuestiones técnicas habiliten para opinar a tan alto nivel sobre otros asuntos complejos, como el de la Unasur, tan alentada por gobiernos de izquierda como lo fue el kirchnerismo. La línea que separaba ambos abordajes debió haberse respetado con más claridad.

En otro contexto, monseñor Eduardo García reivindicó en una homilía la doctrina peronista al decir que esta había abierto "nuevas posibilidades a millones de hombres, mujeres y niños que estaban hasta entonces condenados a sobrevivir como pudieran" y que "lo popular hace a su identidad". En una opinión más curiosa todavía, aseguró que doctrinas foráneas se han filtrado en la raíz más propia de nuestro pueblo hasta el punto de tratar de oponer el pensamiento de Perón a la enseñanza de la Iglesia. Pareció olvidar el obispo que el concepto de persona humana como ser social o colectivo ha sido producto directo de la filosofía marxista a la cual el primer peronismo apeló, haciéndole un lugar en medio de ambigüedades profascistas, a fin de obtener apoyo popular.

Para el cristianismo, en cambio, la persona es un ser individual, único e irrepetible. Pretender transformar la conciencia individual en conciencia social, cuyas características resultan determinadas por el materialismo histórico, es precisamente contrario a la filosofía cristiana, opuesta a la conciencia de clase que postulan los marxistas.

El propio Perón, pragmático y oportunista, abjuró de ese pensamiento. Terminó explicando por qué había acudido a la concepción marxista y adoptado finalmente la ideología de la libre empresa poco antes de la caída de su segundo gobierno. Se lo confesó nada menos que al secretario adjunto de Estado de Asuntos Internacionales Henry F. Holland, según este escribió en un memorando, del 6/12/54. Perón confesó a este que en los primeros años de su gobierno había tomado un punto de vista fuertemente marxista para capturar el apoyo de las masas que estaban predispuestas en esa dirección y que, poco a poco, había cambiado su posición hacia la derecha, llevando a la gente con él.

Preocupan aquellas expresiones en boca de dos obispos que se dicen cercanos al papa Francisco. La politizada homilía de García no parece tener en cuenta que la misión de la Iglesia no es embanderarse en disputas políticas, sino bregar por la unidad de todos los fieles, por la paz y la reconciliación nacional, como tantas veces lo ha hecho el Episcopado argentino.

Tonos y actitudes como las que comentamos poco aportan al encuentro y a la construcción de relaciones de armonía como las que nuestra resquebrajada situación demanda hoy en el país. Las líneas prevalecientes en la Iglesia han sabido abocarse en momentos difíciles de la nacionalidad a una tarea pastoral de unidad de su feligresía y de acercamiento entre las posiciones más enfrentadas. Todavía están frescas en la memoria las gestiones promovidas en favor de la pacificación por el Episcopado en los días harto difíciles de fines de 2001 y principios de 2002. Se las recuerda tanto por su valiosa contribución cuanto por la eficacia con la cual llevó adelante tan encomiables propósitos.

Confiemos en que las voces a las cuales contestamos con espíritu crítico no constituyan más que el síntoma de una desorientación momentánea, como ocurre a veces en otras instituciones de gravitación. No podemos sino esperar que la Iglesia en la que se reflejan los sentimientos religiosos mayoritarios entre los argentinos retome, sin distracciones como aquellas, la senda espiritual que tiene asignada como misión.

La necesitamos como tal en un país con tantos desencuentros ciudadanos, con tantas heridas sin cerrar del pasado y tantas más que en el presente se abren por ligerezas irresponsables.




Fuente:www.lanacion.com.ar

No comments:

Post a Comment

All comments are welcomed as far as they are constructive and polite.

La vejez. Drama y tarea, pero también una oportunidad, por Santiago Kovadloff

The following information is used for educational purposes only. La vejez. Drama y tarea, pero también una oportunidad Los años permiten r...