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Ciencia+Tecnología
Neurocirugía con una lupa 3D
Un videomicroscopio permite a cirujanos operar sin doblar el cuello durante horas. (Béatrice de Géa para The New York Times)
BY DENISE GRADY
ENERO 20, 2018
La paciente desapareció debajo de una sábana quirúrgica azul tras otra, hasta que todo lo que quedaba a la vista era un triángulo de su cuero cabelludo rasurado.
“Diez segundos de silencio en la sala, por favor”, dijo David J. Langer, presidente de neurocirugía del Hospital Lenox Hill de Manhattan.
Hubo un silencio absoluto hasta que dijo: “OK, tomaré las tijeras”.
Su paciente, Anita Roy, de 66 años, tenía una deficiencia de flujo sanguínea del lado izquierdo del cerebro y Langer estaba a punto de realizar una cirugía de bypass en arterias delicadas y delgadas para restaurar la circulación y prevenir un derrame cerebral.
La sala de operaciones estaba a oscuras y todo mundo usaba lentes 3D. Lenox Hill es el primer hospital de Estados Unidos en comprar un aparato conocido como videomicroscopio, que convierte la neurocirugía en una expedición de inmersión en el cerebro, a veces vertiginosa.
Agrandado en un monitor de 55 pulgadas, el cabello incipiente en el cuero cabelludo rasurado de Roy se elevaba como si fuera una varilla de acero. Las tijeras y el bisturí parecían tan grandes como palos de hockey y saltaban de la pantalla tan vívidamente que los observadores sentían el impulso de agacharse.
Un angiograma muestra un bloqueo en el cerebro de Anita Roy, de 66 años, que fue operada por David J. Langer. (Béatrice de Géa para The New York Times)
“Esto es como aterrizar en la luna”, dijo un neurocirujano, de visita para observar y aprender.
El equipo produce imágenes digitales magnificadas de alta resolución y tridimensionales de sitios quirúrgicos, y permite que todos en el quirófano vean exactamente lo que el cirujano está viendo. El videomicroscopio tiene una capacidad singular para capturar “la brillantez y belleza de la anatomía neuroquirúrgica”, señaló Langer.
Él y otros cirujanos que lo han probado predicen que cambiará la forma en que se realizan y se enseñan muchas operaciones del cerebro y la columna vertebral. “La primera vez que lo usé, les dije a los estudiantes que esto les da una comprensión de por qué me dediqué a la neurocirugía en primer lugar”, expresó Langer.
La vista compartida hace que la cirugía 3D sea una herramienta ideal de enseñanza. Además, Langer y otros médicos dicen que el dispositivo es más pequeño y mucho menos bromoso que los microscopios quirúrgicos estándar y proporciona mejor luz.
Se puede mover e inclinar fácilmente para mostrar pequeñas partes de la anatomía que, para verlas, los cirujanos tendrían que torcer y estirar el cuello. Dos cirujanos en lados opuestos de la mesa pueden trabajar juntos con facilidad.
Los microscopios quirúrgicos estándar son enormes y requieren un complicado proceso de colocación de sábanas para garantizar la esterilidad. El nuevo videomicroscopio está cubierto con sólo una funda.
La neurocirugía puede tomar muchas horas, en las que los cirujanos operando con lupas o microscopios a menudo se la pasan mirando hacia abajo, con el cuello doblado. Con el paso de los años, las lesiones crónicas en cuello y espalda pueden convertirse en un factor que pone fin a la carrera de algunos cirujanos. El nuevo aparato permite operar mientras miran al frente a la pantalla 3-D, usando la imagen para guiar sus manos.
La pantalla grande de un videomicroscopio hace que sea una herramienta ideal de enseñanza. Un grupo de cirujanos observa. (Béatrice de Géa para The New York Times)
El aparato en Lenox Hill se llama Orbeye, es fabricado por Somed —una coinversión de Olympus y Sony— y es comerciado por Olympus.
Mark Miller, vocero de Olympus, dijo que los precios del Orbeye serían similares a los de los microscopios quirúrgicos estándar, que cuestan entre 200 mil y un millón de dólares. El sistema que compró Lenox Hill costó alrededor de 400 mil dólares, dijo Langer.
La operación de Roy, el 15 de diciembre, fue el primer bypass que Langer realizaba con el Orbeye, aunque él y sus colegas lo habían empleado para otras operaciones. Este tipo de bypass es una de las operaciones neuroquirúrgicas más difíciles, y requiere unir con puntadas arterias que miden sólo un milímetro de diámetro. Sus colegas dicen que Langer es uno de los pocos cirujanos del mundo con la habilidad para realizarla bien.
Un error al coser fácilmente podría dejar cerrados los frágiles y resbalosos vasos en lugar de unirlos. Cada movimiento era claramente visible para todos en la sala.
Cuando las suturas estuvieron terminadas, el flujo en un principio fue débil, y otro neurocirujano, que observaba el monitor, sugirió un poco más de disección para aflojar la arteria receptora. Langer tomó el consejo. Dio resultado.
La imagen clara de la pantalla 3D hace posible ese tipo de interacción. Langer dijo que le gusta eso.
“Tengo que ser abierto a eso”, manifestó. “Muchos tipos son ególatras y no quieren escuchar a nadie más”.
Fuente:https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/?url=/clarin/story/content/view/full/81626&
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