Sunday, June 3, 2018

OPINIÓN | EDITORIAL-Volver a la buena senda

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OPINIÓN | EDITORIAL

Volver a la buena senda

3 de Junio de 2018

El gobierno actual ha recorrido ya dos años y medio de su mandato, conduciendo la administración del país, con el apoyo electoral de una primera minoría del electorado y una presencia en las cámaras legislativas que no le garantiza el quorum propio. Que el presidente de la República haya debido recurrir al veto al que la Constitución nacional lo faculta, y que debiendo hacerlo haya sido ante una ley objetable desde cualquier punto de vista, no desmerece las importantes leyes que se aprobaron en coincidencia con sectores de la oposición. Han sido signos de madurez política y demostraciones de que existen dirigentes opositores responsables y sensatos; señales que no deberían perderse frente al año electoral que se avecina.

Muchas veces hemos escuchado hablar de la importancia de contar con dos grandes fuerzas políticas, con un régimen bipartidista, que eventualmente implicara alternancias en el poder, o grandes coincidencias en los temas trascendentes, las denominadas políticas de Estado.

Hay países en los cuales por una autovía recta suficientemente amplia transitan vehículos más volcados hacia la izquierda y otros hacia la derecha, pero todos mantienen la misma dirección y respetan las reglas de tránsito.

Las coincidencias nacionales entre Cambiemos y un sector serio de la oposición permitirán vislumbrar el tránsito hacia un país normal, que recupere la prestancia, la dignidad y la confianza.

El camino está plagado de dificultades y no puede recorrerse sin el sacrificio de todos, empezando por el sector político, siguiendo por el empresario y el sindical, y culminando con la población toda, alineada tras banderas claras y honestas que nos permitan marchar juntos, sin perder la individualidad o la bandería propia, pero aunados por el común anhelo de un país mejor.

Es necesario dejar las fantasías propias del realismo mágico para la literatura. No hay rosas sin espinas ni milagros que permitan negar la realidad y saltar alegremente al pasado, como se busca legislar en forma demagógica.

La unidad nacional no debe sacrificarse por promesas electoralistas impulsadas desde un rancio discurso populista. A nada conducirá ese mensaje ilusionista, que es hijo del engaño de la gratuidad y del facilismo de un Estado que, con el pretexto de la lucha contra la pobreza, mató la cultura del esfuerzo y el trabajo que hicieron grande a nuestro país.

Si realmente queremos reducir la pobreza, debemos gastar menos, producir más, exportar mucho para generar divisas reales, fomentar la producción desde todos los ángulos, reducir impuestos para incentivar la inversión productiva y la contratación de trabajadores, y abandonar medidas de privilegio y de subsidios a la ineficiencia. Abrirnos al interior, a un auténtico federalismo, pero pidiendo a las provincias que se hagan cargo de lo suyo, que sean todo lo realmente autónomas que puedan.

Nadie se olvidará del 30% de pobres; al contrario, la obra pública debe estar destinada a igualarlos en la educación y, simultáneamente, en prestaciones básicas como cloacas, luz, caminos, salud y seguridad.

No abandonemos, pues, la buena senda, y recorrámosla con todos los argentinos y extranjeros de buena voluntad que estén dispuestos a luchar por una Argentina inclusiva.





Fuente:www.lanacion.com.ar

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