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Mes por mes, los hitos que marcaron el primer año del Papa Francisco
El 13 de marzo de 2013, el cardenal Jorge Bergoglio era elegido Sumo Pontífice por los cardenales en el Vaticano; aquí las frases y hechos más importantes de su papado
(Ver Calendario en www.lanacion.com.ar)
Cinco anécdotas y escenas inéditas del primer año del papa Francisco
En la víspera del aniversario de su pontificado, LA NACION recogió pequeñas historias entre quienes tuvieron contacto directo con Bergoglio para ilustrar al hombre común detrás del Santo Padre
Por Julieta Nassau | LA NACION
Si hay algo que caracteriza al papa Francisco es la disciplina. Aquella que parece haber trasladado en su ya famoso portafolio negro desde su departamento del segundo piso de la Curia, al lado de la Catedral porteña, hasta la habitación 201 de la residencia Santa Marta, en el Vaticano.
Su estricta rutina comienza antes del alba, a las 4 de la mañana. "Con tanta gente que tengo durante el día, es el único momento que tengo para rezar como sacerdote, para encontrarme con Dios", justifica ante quienes se sorprenden. A las 7, preside la misa matinal en la capilla de Santa Marta, a la que asisten los empleados de la residencia, religiosos y sus invitados, excepto los miércoles, cuando encabeza la tradicional y multitudinaria audiencia general en la plaza San Pedro.
Después se refugia por unos minutos en su oficina para organizar su agenda del día -de la que él mismo tiene registro manuscrito- y a las 9 va a desayunar al comedor. Entonces ya está listo para cumplir con sus deberes y, siempre que sea posible, para dormir una pequeña siesta después del almuerzo.
Con disciplina y organización, Francisco se permite tomarse algunos momentos para tener contacto con amigos, conocidos o incluso fieles con historias que despertaron su atención. Los recibe en la residencia o en el Palacio Apostólico, los llama por teléfono, les manda cartas o incluso e-mails. LA NACION contactó a distintas personas que tuvieron acceso directo a Jorge Bergoglio después del 13 de marzo pasado en el que el "Habemus Papam" le cambió la vida para narrar pequeñas historias detrás de la rigurosa agenda del "padre Jorge".
(Ver en www.lanacion.com.ar)
¿Cómo viviste el momento en el que a Bergoglio lo eligieron Papa?
A un año de esa jornada histórica, argentinos relatan en primera persona las emociones vividas al enterarse de la noticia.
A través de la consigna "¿Cómo viviste vos el momento histórico?", LA NACION recogió las vivencias y emociones de la gente cuando Jorge Bergoglio fue designado como nuevo jefe de la iglesia católica.
(Ver video en www.lancacion.com.ar):Video: Emotivos mensajes de los lectores para el papa Francisco
Sensaciones en la nube de palabras
Emoción y Papa fueron las palabras más nombradas. Foto: LA NACION
ENCUESTA
¿Cuál de estas virtudes reconocidas por la iglesia creés que identifca más al Papa Francisco?
Justicia
Prudencia
Fortaleza
Templanza
Papa Francisco: la metáfora del buen pastor
Camina subiendo al monte, recogiendo y cuidando su rebaño. Busca especialmente la oveja perdida, presta especial atención a la herida, se fija en quién pasa y quién está ausente
Por Alberto Bochatey | LA NACION
Sería muy fácil hacer una evaluación, cronología, anecdotario o una síntesis de un año de pontificado de Francisco, pero es muy difícil reflexionar sobre el futuro que está construyendo el Santo Padre desde su profunda vocación de obediencia, por amor, a la misión y tarea que el Espíritu Santo le ha mandado.
Sin duda su llamado firme y ejemplar a vivir la pobreza evangélica que nos propone el Papa desde el primer día y con la elección de su mismo nombre, es la verdadera bandera que ha izado en la cruz pastoral que utiliza en las celebraciones litúrgicas. Nos habla con sus gestos cotidianos de sencillez, austeridad y alegre esperanza y amor evangélico: la cultura del encuentro es la cultura en Cristo, donde todos nos encontramos porque Él es el verdadero Pastor y Salvador, Él es el camino, la verdad y la vida, es la piedra angular.
Francisco nos pide que salgamos de nuestra comodidad y seguridad para ir a las periferias existenciales, allí donde se encuentren. Qué actuemos como una Iglesia-Hospital de Campaña, curando los heridos del relativismo, de la exclusión, de la esclavitud y del no amor que viola la dignidad humana. Que seamos promotores de la vida, contra todo tipo de eutanasia social o encubierta : "La falta de salud y la discapacidad no son nunca una buena razón para excluir, o peor para eliminar, a una persona; la privación más grave que padecen las personas ancianas no es un debilitamiento del organismo y la subsiguiente discapacidad, sino el abandono, la exclusión, la privación de amor" .(*)
Nos habla con sus gestos cotidianos de sencillez, austeridad y alegre esperanza y amor evangélico: la cultura del encuentro es la cultura en Cristo
Nos ha confesado, con sinceridad extrema, desnudándose ante la humanidad toda, que es pecador, que necesita de la las oraciones cotidianas de todos y que no puede quedarse indiferente ante la cultura del descarte, la doble vida y la falta de coherencia y testimonio en la Iglesia. La reforma de la Curia Romana y de algunas entidades del Estado Ciudad del Vaticano que tanta atención han despertado en los medios, la está haciendo a pie... Casi todos los días camina desde su casa hasta el Palacio Pontificio y esto me hace pensar una metáfora: el buen pastor todos los días camina subiendo al monte, recogiendo y cuidando su rebaño. Busca especialmente la oveja perdida, presta especial atención a la herida, se fija en quién pasa y quién está ausente, se apoya en los otros pastores para hacer su trabajo en comunidad pero mantiene los ojos permanentemente puestos en el 'dueño de la mies' que el dio la autoridad por mandato de ser el Vicario de Cristo en la tierra.
Claro que no me puedo sustraer del hecho que es nuestro Papa argentino... Nos provoca esa extraña sensación de 'lo casero' en 'lo sagrado'. De hecho algunos aún miran a Francisco como aquellos vecinos de Jesús que se preguntaban: "¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?" (Mt 15,54-55) y confundidos por lo ordinario, no logran descubrir que "Dios ha hecho obras grandes" entre nosotros y que Francisco es el Pedro que frente a la interpelación del Señor responde seguro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" . Jesús le dice y nos dice a todos: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos." (Mt 16, 16-19).
No me puedo sustraer del hecho que es nuestro Papa argentino... Nos provoca esa extraña sensación de 'lo casero' en 'lo sagrado
Como cristianos y argentinos es bueno que festejemos a nuestro querido Papa Francisco no tanto haciendo flamear con orgullo la bandera argentina, sino haciendo flamear con amor tierno y misericordioso, el Evangelio de Cristo para que nadie sufra la exclusión de no conocer el amor de Dios.
¡Felicidades Santo Padre! Rezamos por usted y le pedimos su bendición del "Buona sera" y la de la sonrisa del encuentro en la Plaza de San Pedro para poder, junto a María, caminar, edificar y confesar a Cristo Jesús.
(*) Francisco: Mensaje a la XX Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, Ciudad del Vaticano, 19 de Febrero de 2014 .
Un pontífice con olor a oveja
Por Mariano Grondona | LA NACION
Los aniversarios, vistos desde Roma, se miden de otra manera. No es lo mismo, por lo pronto, cumplir dos mil años como lo hace el papado que cumplir apenas algunos centenares de años, que es la cuenta habitual de las naciones "normales". Pero hay algo más significativo en la comparación entre Roma y las demás trayectorias que este dato numérico. Ocurre, en efecto, que en tanto naciones como la Argentina o los Estados Unidos cumplen años "hacia adelante", en busca de su propio futuro, la Iglesia, al celebrar su aniversario, también debe mirar hacia atrás para salvar su pasado.
En cierto sentido, entre nosotros y en cualquier otra nación "normal", lo más importante está por venir. Atesoramos los recuerdos del pasado, pero asimismo, y sobre todo, compartimos la sensación de que será un futuro todavía indeterminado el que habrá de revelar nuestro lugar en la historia. La perspectiva temporal de la Iglesia es en cierto modo inversa, ya que los acontecimientos decisivos, para ella, tuvieron lugar en los tiempos remotos de la Creación, la Revelación y la Redención. Según esta otra lógica, lo importante está detrás y no delante de nosotros, reside en la fuente y no en la desembocadura del ancho río del que formamos parte. De acuerdo con esta otra lógica, lo que más importa no es sólo la innovación que fascina a los tiempos modernos, sino también la autenticidad, la fidelidad a un pasado irrenunciable, igualmente exigente, que nos viene de lejos.
"Soy el que seré", dice el hombre moderno, y su ansiedad más aguda es, por ello, no perder el tren de la historia. Pero también es verdad que el hombre auténtico pugna por no descarrilar, por mantenerse fiel a lo que verdaderamente es, de modo tal que podría decir al mismo tiempo "soy el que fui", reforzando su conexión tradicional. Antiguas organizaciones tradicionales como la Iglesia y otras que conectan con el pasado deben ser salvadas así en el recuerdo de los pueblos, como un escudo protector contra la liviandad y el olvido.
No nos debe asombrar, por ello, que el papa Francisco haya celebrado su primer aniversario recordando su condición de pastor, "con olor a oveja". En ciertas dimensiones, he aquí un papa que a los argentinos podría ir quedándonos grande porque nos conecta con paisajes "ultraargentinos". Su irradiación se ha vuelto universal, ya que atrae a los católicos y a los no católicos por igual. Como un verdadero hacedor de puentes (pontífice), conecta el pasado con el futuro y lo remoto con lo cercano. ¿Cómo explicar sino su atracción excepcional, que lo ha convertido en una personalidad que impacta simultáneamente en el Norte y en el Sur, entre católicos y no católicos, entre creyentes y no creyentes, hasta producir la paradoja de un pastor que, trascendiendo a su propia grey, representa en cierto modo a todas las razas, más allá de sus concretas circunstancias?
¿Qué significa, por otra parte, que este pastor universal sea, además, argentino? ¿Hasta dónde lo hemos perdido los argentinos y los latinoamericanos? Estamos rodeados por paradojas que nos abruman. Los católicos creíamos que el Papa era algo así como un monarca universal. Pero ahora nos encontramos con un papa con olor a oveja que, en cierta forma, ya no pertenece sólo a los católicos, que al parecer se minimiza como un humilde pastor y de golpe es aceptado en todas las dimensiones, uniendo con un hilo invisible a todos los hombres y mujeres de este ancho mundo. Quizá su contrafigura sea hoy Vladimir Putin porque, reiterando el antiguo expansionismo ruso, no ha agrandado, sino que ha achicado su figura ante el resto de la humanidad.
El advenimiento del papa Francisco no sería comprensible si pretendiéramos analizarlo a través de las categorías habituales del poder. Putin no es más grande porque pretenda Crimea. Francisco no es más chico porque lave los pies de los humildes. Es que hemos entrado a otra categoría de la realidad. Ya Francisco cambió el lenguaje al añadir a las consabidas encíclicas un sistema de signos, de mensajes breves, sencillos e inmensamente significativos. Quien habla el castellano o el alemán también queda de algún modo atrapado en ellos. Como Francisco lo demuestra todos los días, la vigencia de una sonrisa es, en cambio, universal.
¿Agregaríamos algo a nuestra comprensión diciendo que el reino de Francisco es espiritual? Estamos aquí en otro reino. Una vez Stalin, según cuenta Churchill en sus Memorias, se burló del Papa preguntando "y cuántas divisiones tiene él"? El Papa no tenía ninguna. Tampoco las tiene Francisco hoy. Como le dijo Hamlet a su amigo: "Hay más cosas en el cielo y en la tierra que las que sueña tu filosofía". Nos queda, en fin, otra pregunta aún sin contestar: la elevación de un papa argentino, ¿no ha sido una señal?
© LA NACION.
Francisco les pide a los políticos que cuiden a la Argentina
Por Luis Majul | LA NACION
Twitter: @majulluis
Nadie podría decir que Francisco ya hizo la revolución, pero hasta los más agnósticos deberían reconocer que durante su primer año como papa empezó a transformar la Iglesia, a sus fieles y a millones de no creyentes, incluidos la mismísima presidenta argentina y el gobierno que administra. La primera transformación profunda y tangible fue la de la comunicación. Nunca antes un papa se había presentado ante todo el planeta con un sencillo y coloquial "¡Buona sera!". Las risitas que se oyeron en la Plaza San Pedro rebotaron en todas las ciudades del mundo y sirvieron para aumentar la empatía del nuevo líder de la Iglesia con miles de millones de habitantes. A partir de ese momento, Francisco hizo de su manera de hablar y de escribir una marca inconfundible. Ahora todos sabemos que la sabiduría y el conocimiento también se pueden transmitir con un lenguaje simple y entendible.
De todas las cosas que dijo en un año, la que más me llamó la atención fue la respuesta que le dio a un periodista en el avión en que regresaba de Brasil a Roma. "Si una persona que es gay busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se debe marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad", afirmó. Con pocas palabras derrumbó miles de años de incomprensión e intolerancia. Es verdad: el Papa no bregó por la instauración del matrimonio igualitario ni dio su bendición a muchos sacerdotes homosexuales, pero dio un enorme paso adelante al dejar de condenarlos. La Comunidad Homosexual Argentina sigue criticándolo, lo considera el papa del marketing, pero sus autoridades no deberían ignorar la fuerte repercusión que han tenido entre los católicos ortodoxos y los homofóbicos de todo el planeta sus palabras. También entre los que dudan.
El segundo gran cambio que produjo Francisco impactó en lo que se podría denominar la ideología del poder. Me lo explicó el martes a la noche Julio Bárbaro, el dirigente peronista con el que el Papa suele intercambiar cartas y llamadas telefónicas: "Hasta la llegada de Francisco, era evidente que el materialismo estaba venciendo a la fe. Ahora, la fe y la alegría que transmite el Papa están contagiando a toda la sociedad y también a los líderes que pretenden estar cerca de la gente a la que representan y gobiernan". No es un dato menor que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, haya confirmado su visita al Vaticano el 27 del actual. Tampoco es superficial el efecto que produjo su entronización en el escenario político argentino. Y más precisamente en la Presidenta, quien hasta hace poco más de un año lo consideraba, sin ningún disimulo, uno de sus enemigos predilectos. En su primer discurso después de la noticia bomba, Ella dijo que se alegraba de que hubiera otro argentino trabajando por los pobres, igual que su gobierno. Como si las gestiones de una presidenta y un papa fueran comparables. O estuvieran en un mismo plano. Inmediatamente después, la realidad la puso en su lugar. Y no sólo a la primera mandataria. También a su cohorte de adulones, como José Pablo Feinmann. El filósofo del poder, tan sacudido por la noticia como Cristina, sugirió que el Frente para la Victoria no debía atacarlo, sino usar al Papa en su provecho. "Entornarlo", como soñaron algunos dirigentes montoneros con Juan Domingo Perón.
Pero el efecto de su entronización en la Presidenta y los argentinos fue todavía más profundo. Porque Cristina, de un día para el otro, dejó de ser la figura "política" más importante y de mayor envergadura. Y en ese mismo instante, Néstor Kirchner, por carácter transitivo, dejó de ser, también, el ícono político y heroico más visible en el imaginario colectivo del país actual. Francisco, además, los confrontó con su experiencia de vida. Le hizo sentir al Gobierno entero que una persona "es" como "vive". Es decir: que no es coherente acumular tanto dinero y propiedades en Puerto Madero o en donde sea y al mismo tiempo dar cátedra de progresismo y sensibilidad social. Ahora Cristina llama a Francisco cada vez que necesita escuchar sus palabras sencillas y contenedoras. O Francisco llama a Cristina cuando percibe que lo puede necesitar. Hablan más seguido después de la operación de la cabeza que le hicieron a la Presidenta. Y también el Papa habla o intercambia mensajes con dirigentes de la oposición, como Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri. A todos les pide lo mismo. Que cuiden a la jefa del Estado. Que contribuyan a que termine su mandato en paz. Que no alienten, por acción u omisión, un final caótico, de tensión social, violencia y sangre. Les pide que cuiden a la Argentina. Les cuenta que está demasiado ocupado en ordenar las miserias de su propio jardín. Ya sabe quiénes son y seguirán siendo sus enemigos en la curia. Ya se sacó de encima al secretario de Estado Tarcisio Bertone, dueño de los secretos del poder y del dinero del Vaticano. Los cardenales norteamericanos que resultaron clave para su elección como papa estuvieron seis meses preocupados, porque pensaron que la permanencia de Bertone implicaba la continuidad de la corrupción y el ocultamiento de los delitos sexuales que hicieron renunciar a Benedicto XVI, sobrepasado por los escándalos e impotente ante la "máquina curial". Cuando el Papa, al final, echó a Bertone, en agosto de 2013, les demostró que no es de tomar decisiones intempestivas. Que, por su formación jesuita, necesita pensar, asimilar, procesar y después ejecutar.Ahora, quienes lo apoyaron lo comprenden más.
Francisco sigue con ganas de hacer más "lío". Ya leyó los VatiLeaks. Ya se interiorizó sobre el "lobby gay". Ya metió baza en el Instituto para las Obras de Religión y en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica. Ya nombró a su Consejo de Cardenales para tratar las cuestiones más sensibles de la Iglesia hacia adentro y hacia afuera, y evitar que la curia lo deje ciego, sordo y mudo y le ponga palos en la rueda de los profundos cambios que pretende acometer. Quizás, en poco tiempo más, los divorciados que deseen comulgar lo puedan hacer sin inconvenientes. El Papa no se niega a discutir modificaciones futuras en el celibato. Ya nombró, en la Argentina, a once nuevos obispos con el perfil de pastores que optaron por trabajar con los pobres. Sigue viviendo en el hotel de Santa Marta y sigue usando los mismos zapatos. Medió con fuerza en el amasijo de sangre siria. Besa a chicos y enfermos, aparece en Times, en la tapa de la Rolling Stone y se enoja cuando dibujan, en las paredes del Vaticano, una caricatura de Superman con su rostro de abuelo bueno. Pero más allá de lo que muestra, importa más lo que hace. Y lo que está haciendo, en un año, no es poco. Y va en una buena dirección.
© LA NACION
Fuente: www.lanacion.com.ar
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