EDITORIALES
A favor de la vida
26 de Diciembre de 2020
Ojalá nuestros senadores reflexionen y rechacen el proyecto de ley por el que se pretende desinculpar a quien elimine la vida de un ser humano en gestación
Mucho se ha dicho ya sobre el tan cuestionado proyecto de ley de interrupción legal del embarazo (ILE) aprobado en la Cámara de Diputados, una iniciativa que consideramos inhumana por cuanto eliminar una vida en las condiciones que se quiera atenta precisamente contra los principios de humanidad y humanismo sobre los se sustenta cualquier progreso.
No es del caso repetir, aunque a veces parece necesario, los argumentos de todo tipo en contra de la proyectada ley y en favor de la vida.
Pero el proyecto en discusión que se somete ahora a consideración del Senado, incluye algunas previsiones que exceden cualquier test de razonabilidad.
Damos por superados todos los engañosos argumentos que confirman que es más sencillo recurrir a la cosificación para hablar de feto, de embrión, neonato, larva, puñado de células -¡incluso de "fenómeno"!- para identificar su "no humanidad", hoy científicamente insostenible, sin admitir y por el contrario repudiar cualquier supresión de vida humana, por la razón que fuera.
Es imprescindible educar en la prevención de embarazos no deseados, preservar la vida y acompañar a la mujer para que, si no quiere o no puede criar a su hijo, lo dé en adopción
Resultan escandalosos los plazos contemplados por el proyecto, a partir de los cuales se permitiría a las madres solicitar la interrupción del embarazo -esto es, abortar- hasta los 105 días de gestación. Pero, además, podrían hacerlo por fuera de ese plazo si el embarazo fuera producto de una violación, "con el solo requerimiento y la declaración jurada" de la gestante ante el profesional de la salud.
Cabe preguntarse si un senador de la República, y no digamos un médico, enfrentado a una madre con un embarazo avanzado se atreve a aceptar que nuestro sistema de salud admita la posibilidad de eliminar dicha vida y la autorice a abortar. Sin embargo, lo que parecería razonablemente imposible, el proyecto en tratamiento lo prevé expresamente.
Como se ha dicho más de una vez, hay que haber escuchado los latidos del corazón de un bebé en una ecografía intrauterina, identificar sus facciones o verlo moverse para atreverse a decir que se puede eliminar a ese niño.
Claramente, corremos el riesgo de habilitar que el aborto sea utilizado como método anticonceptivo en una sociedad sin educación sexual extendida, con un Estado que debería ser capaz de brindarla responsablemente.
De sancionarse esta ley se corre el riesgo de que se use el aborto como método anticonceptivo, en una sociedad sin educación sexual extendida y un Estado permisivo
No parece una iniciativa argentina. Nuestra sensibilidad y nuestra humanidad, puestas a prueba en incontables oportunidades, revelando muestras de solidaridad y generosidad indiscutibles, dicen todo lo contrario.
Esta concepción, y bien vale el uso del término aunque se oponga a ella, viene de otras fuentes visiblemente ajenas a nuestra idiosincrasia.
Ojala nuestros senadores, representantes del sentir de una nación, reflexionen y, con la mano en el corazón y el cerebro en la razonabilidad de tamaña decisión, rechacen este cruel e innecesario proyecto.
Es imprescindible educar en la prevención de embarazos no deseados y en las alternativas que evitan estas prácticas, preservan la vida y acompañan a una mujer que no quiera criar a su niño luego de darlo a luz, facilitando la entrega en adopción. Señores senadores, legislemos en favor de la vida.
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/editoriales/a-favor-vida-nid2549868
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