Wednesday, January 1, 2020

OPINIÓN | CAMBIO CLIMÁTICO-La humanidad en tiempo de descuento, por Lucas Pratesi

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OPINIÓN | CAMBIO CLIMÁTICO

La humanidad en tiempo de descuento

Lucas Pratesi

1 de Enero de 2020

La Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas es un espacio donde, durante dos semanas al año, representantes de todos los países se reúnen para decidir cómo encarar el mayor desafío de la historia humana reciente, la crisis climática.

Cómo producimos y consumimos energía es la principal causa de la crisis que está sufriendo el planeta. Al quemar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) liberamos a la atmósfera dióxido de carbono (CO2), el cual actúa como manta que envuelve y calienta a la tierra, generando el famoso calentamiento global o efecto invernadero. Esto genera cambios de presión y temperatura que derivan en grandes problemas como sequías, inundaciones, migraciones masivas y una pérdida enorme de biodiversidad, como la probable extinción de la mitad de las especies de animales terrestres para final de siglo.

El que haya leído Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, entenderá bien lo que fue la cumbre de este año. Habiendo sido rechazada por Brasil, fue luego cancelada por Chile a menos de un mes, para ser finalmente preparada por España en tiempo récord. Estas idas y vueltas fueron claro ejemplo de la complicada situación que se vive a nivel internacional, y que se terminó reflejando en su desarrollo y resultado. La COP25, por su número de edición, fue la más larga desde la primera en Berlín 1995, con más de 40 horas de extensión, y no logró concretar su dos principales objetivos:

Llegar a un acuerdo sobre quiénes y cómo se debe financiar el cambio necesario.
Que los países se comprometan a aumentar su ambición climática el año que viene.
Observar por primera vez una negociación entre todos los países del mundo es una experiencia extraña pero reveladora. Las expectativas están puestas en ver complots, estrategias y discusiones. Resulta que las negociaciones son distintas a los esperado, en el marco de un proceso donde no hay grises. Por un lado, cada país comenta las modificaciones que le quiere hacer a las líneas y párrafos del texto cuya aprobación se negocia, haciendo al proceso sumamente lento. Por el otro, cuando se pierde esta formalidad y la desorganización es la regla, se forman grupos cerrados donde no siempre están representados todos los países, y la influencia de los más poderosos se ve reflejada.

"Es sólo al borde que la gente encuentra la voluntad de cambiar, solamente frente al precipicio es que evolucionamos" reza la película El Día que la Tierra se quedó quieta. La inversión necesaria para disminuir las emisiones y adaptarnos a las consecuencias del cambio climático, son tan solo un escaso porcentaje de lo que habrá que gastar para reparar sus daños. En la medida que sigamos demorando la acción, más caro nos va a salir.

Ahora bien, si sabemos esto hace tanto tiempo, ¿por qué todavía seguimos en la misma situación? A mi entender, las razones son cuatro:

Los responsables de este problema son los que más deben pagar para arreglarlo, pero resulta que son también los que más poder tienen. Estados Unidos y la Unión Europea son responsables de casi el 50% de las emisiones acumuladas, y China representa casi el 30% de las emisiones actuales.
Dejar de contaminar la atmósfera implicaría un cambio de paradigma. Esto afectaría, por un lado, los intereses de sectores con gran poder de lobby. Por otro, afectaría también nuestros hábitos más cotidianos, y la sociedad no parece estar del todo consciente de ello, ni tampoco lista para asumirlo.
El impacto es y será de escala global, pero los países menos desarrollados se llevarán la peor parte, ya que no tienen la infraestructura ni la capacidad para soportar las consecuencias (África, América Latina y el Caribe), o bien porque simplemente desaparecerán (muchas islas del Océano Pacífico).
Las negociaciones sobre cómo resolver a estos problemas son por consenso. Es decir, 194 países con distintos idiomas, culturas y economías deben llegar a un acuerdo en tan solo dos semanas y sin ninguno que se oponga. Se puede imaginar el lector, si nos cuesta ponernos de acuerdo en dónde ir a cenar o qué película ver, lo difícil que resulta esto. La COP25 fue un claro ejemplo, donde su lema "es tiempo de actuar" fue contrario a su resultado casi nulo.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, abrió la cumbre diciendo "Si no cambiamos urgentemente nuestra forma de vida, ponemos en peligro la vida misma". La realidad, es que más allá de quién es o fue el principal responsable, a todos nos gusta la comodidad del auto, las duchas largas y la calefacción en invierno, prender el aire acondicionado en verano, o simplemente un buen asado los domingos. No nos damos cuenta, pero directa o indirectamente, con estos hábitos hipotecamos nuestro presente y futuro, y sobre todo el de aquellos que nacen en situación de vulnerabilidad.

El cambio climático agranda las brechas de desigualdad social, golpeando más fuerte a todo aquel que no tiene la capacidad de adaptarse a sus consecuencias, poniendo así en riesgo la vida de cientos de millones de personas. Es por eso que debemos preguntarnos, ¿estamos dispuestos a cambiar nuestro modo de vida?

A pesar del oscuro panorama que se nos presenta, todavía hay esperanza:

La comunidad científica nos alerta sobre la necesidad de un cambio de paradigma urgente. Sabemos qué hay que hacer, solo hace falta la voluntad de hacerlo.
El avance tecnológico hace que la producción sustentable de alimentos y energía sea cada vez más barata y competitiva.
2019 fue el año del despertar juvenil: masivas olas de jóvenes como
Greta Thunberg
salieron a la calle a reclamarle a los gobernantes de todas partes del mundo que actúen de inmediato.
La prensa global empieza a escuchar estos gritos y a poner en agenda la crisis climática.
Como conclusión, esta COP25 nos deja un sabor a poco, y el saber que el poder de cambio radica en cada uno de nosotros. Hasta que el sector gobernante no sienta una presión incesante por parte de la gente, la inacción va a seguir siendo la regla. Es necesario un cambio en los hábitos de consumo por parte de todos, y que exijamos a nuestros gobernantes el desarrollo de políticas para la producción y consumo sustentable.

Estamos en tiempo de descuento, y por eso no quiero dejar de aprovechar la oportunidad para reiterar el llamado a la acción. Como dijo Máximo Mazzocco, fundador de EcoHouse: "El pensamiento debe ser global, pero la acción local. Por lo tanto, cada individuo, pueblo, municipio, ciudad, provincia, país y continente se lleva una simple tarea para la casa: es tiempo de actuar y no hay forma de zafar".

El autor es economista egresado de la Universidad de Buenos Aires, especialista en cambio climático y miembro de Alianza x el Clima


Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-humanidad-tiempo-descuento-nid2319895

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