Monday, September 23, 2019

Parlamentarismo de facto/De facto Parliamentarism, por/by Ignacio Fidanza

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Elecciones 2019

Parlamentarismo de facto

Por Ignacio Fidanza

La idea de un naciente albertismo que margine a Cristina del corazón del poder, ignora los datos estructurales del nuevo escenario.


22/09/2019

Los análisis lineales que por estas horas supuestos conocedores del pensamiento de Alberto Fernández filtran a los medios, circulan entre la imprudencia y la ingenuidad. La comparación fácil con la dialéctica que animó el vínculo entre Néstor Kirchner y su creador inicial Eduardo Duhalde, es tan perezosa como aventurada.

Primero la imprudencia. Alberto todavía no ganó la elección general, no asumió el poder y no tomó las primeras medidas para enfrentar una situación económica que se insinúa de gran complejidad. Es decir, están gastando a cuenta y mostrando las cartas, mientras irritan a engranajes esenciales del próximo esquema de poder.

Este guión previsible del nacimiento del albertismo, cimentado en la alianza con los gobernadores, Sergio Massa, Clarín y algunos intendentes del Conurbano, que forzará la marginación de Cristina del núcleo de decisiones de Estado, sorprende por todo lo que no considera. Como si el país fuera una maravilla que funciona sóla y los políticos tuvieran margen para modelar sus ambiciones en un universo paralelo.

Alberto Fernández, comentan quienes lo frecuentan, está muy preocupado por la economía que va a heredar de Macri. Sabe que en un puñado de meses la luna de miel que está viviendo con la sociedad, se puede transformar en desencanto y reproche.

Este guión previsible del nacimiento del albertismo, cimentado en la alianza con los gobernadores, Sergio Massa, Clarín y algunos intendentes del Conurbano, que forzará la marginación de Cristina del núcleo de decisiones de Estado, sorprende por todo lo que no considera.

El punto entonces lleva a preguntarse sobre que poder político se apoyará Fernández para enfrentar el momento de las decisiones difíciles. La respuesta es obvia: La legitimidad de fondo del proyecto es Cristina Kirchner. Ella aportó los votos decisivos y mantuvo la línea crítica contra el gobierno de Macri, cuando muchos de los que hoy apuestan a crear el "albertismo" se tentaban con un peronismo "republicano" y pro mercado que jubilara a la ex presidenta.

Fracasaron y hoy encuentran en Alberto la puerta de entrada que perdieron en el camino. Son una parte de la realidad política del peronismo, que la ex presidenta supo leer y por eso ensayó un paso hacia atrás que le permitió dar tres hacia adelante.

El que crea que una vez que ganó, Cristina se va a retirar a cuidar a sus nietos; bueno, que lo crea, total no pasa nada. Pero el poder es otra cosa.

La ex presidenta además de personificar la jefatura política de última instancia, tendrá en la etapa que viene el control directo la provincia de Buenos Aires -cuarenta por ciento del padrón nacional- y la mayoría larga en los bloques de diputados y senadores del peronismo. Esta situación mete a la Argentina en un parlamentarismo de facto, donde Alberto Fernández emerge como una suerte de primer ministro-presidente, que todavía tiene que construir su propio poder. Un desafío que hasta ahora ha sido esbozado en base a una trabajosa alianza con gobernadores y Sergio Massa, que a diferencia de los seguidores de Cristina, son administradores autónomos de su capital político. Es decir, Alberto no los puede mandar sin más, sino que necesitará negociar, cumplir y renegociar, con cada uno de ellos.

Entonces tenemos de un lado un bloque monolítico, con un liderazgo indiscutible y del otro una mezcla de entusiasmo y expectativa interesada, que contiene intereses muy diversos y de probable frustración.

"Alberto tiene la firma", se entusiasman cerca del candidato. Y es una realidad. Acaso la carta más concreta que tiene en el nuevo juego del poder. Posee el recurso último que destraba las decisiones del Poder Ejecutivo. Y no hay manera sostenible de eludirlo. Por eso es parte de la ecuación, que se engarza con los otros polos de poder del peronismo. Por eso la simpleza de intentar entender lo que viene en base a una tensión entre albertistas y cristinistas.

Todo indica que vamos a un mundo más complejo, multipolar pero con un planeta dominante -Cristina-, en el que el Presidente será una suerte de primer ministro, sin poder territorial pero con el control administrativo del Estado.

Un presidente que deberá transitar la articulación de los distintos polos de poder del peronismo, en un esquema de acuerdos y tensiones que sería ingenuo imaginar inmutable. Por eso, la figura de un parlamentarismo ad hoc, acaso sea más útil que la idea fácil de sobreexponer sobre la realidad naciente, la pulseada Kirchner-Duhalde.

Porque si se trata de un gobierno de coalición hay otro eje posible para la consolidación de Alberto, que acaso requiere menos voracidad peronista y más destreza política. Un eje que implicaría desmontar lo que hasta ahora vienen emitiendo los albertistas, habilitados o no, para darle una base de poder propio a su jefe. Se trata de algo tan simple como difícil de alcanzar: articular un gobierno, un bloque de poder, que empiece a resolver los problemas del país. Un desafío que implica reconocer que Cristina es la líder de la expresión mayoritaria de la nueva constelación del poder y la construcción que ubica en Alberto todas las virtudes y en ella todos los problemas, es además de maniquea muy poco práctica.





Editorial

De facto Parliamentarism

By Ignacio Fidanza

The notion of a newly-formed Alberto-following that marginalizes Cristina from the heart of power ignores the structural makeup of the new political scene in Argentina.


The linear analyses that have been filtered to the media by sources who supposedly know how Alberto Fernández thinks fall somewhere between imprudence and naiveté. The effortless comparison with the reasoning that encouraged the connection between Néstor Kirchner and its original creator, Eduardo Duhalde, is as idle as it is thrill-seeking.

First the imprudence. Alberto still hasn't won the general election, he hasn't assumed power and he hasn't implemented initial measures to face up to an economic situation whose intricate complexity has become apparent. They are showing their cards and spending on the house while they grate on the essential workings of the next power machine.

This predictable script on the birth of Albertismo (followers of Alberto Fernández), so neatly cemented in the alliance of governors, Sergio Massa, media giant Clarín and a few mayors from Greater Buenos Aires, that seeks to force Cristina's marginalization from the core of State decisions, is surprising for how much it doesn't take into consideration. It casts Argentina as a marvelous contraption that operates all on its own and with politicians who have margins to sculpt their ambitions in a parallel universe.

According to those who frequent his circles, Alberto Fernández is very worried about the economy he is inheriting from Macri. Fernández knows that in a few short months the honeymoon phase could quickly turn into disenchantment and rebuke from the people.

This predictable script on the birth of Albertismo, so neatly cemented in the alliance of governors, Sergio Massa, media giant Clarín and a few mayors from Greater Buenos Aires, that seeks to force Cristina's marginalization from the core of State decisions, is surprising for how much it doesn't take into consideration

The question is, on which political power will Fernández lean when the time comes to make difficult decisions? The answer is obvious: Cristina Kirchner is the underlying legitimacy of the project. She brought in the decisive votes and maintained a critical stance toward Macri's government when many who today wager on creating Albertismo had been trying out a republican-brand of Peronism that was pro-market and sought to retire ex-president Cristina.

That failed, and now Alberto is the entry point they previously tried to circumvent. He and his circle are part of a political reality of Peronism that Cristina knew how to decipher, taking a step back that paved the way to take three steps forward.

Whoever believed that once Cristina won she would leave politics to take care of her grandchildren, well, they are free to go on believing. But power is another thing altogether.

Apart from personifying last resort political leadership, she will have direct control over the province of Buenos Aires in the near future - Buenos Aires representing 40% of the electoral registry, and the majority of Peronist deputy blocs and senators. This situation casts Argentina as a de facto parliamentarian country, where Alberto Fernández emerges as a sort of quasi Prime Minister-President who still has to build up his own power. One challenge that has been outlined is a labor-intensive alliance with the governors and Sergio Massa, who in contrast to Cristina's followers, are autonomous administrators of their political capital. Alberto will not be able to simply command them but will have to negotiate, follow through and renegotiate, with each one of them.

So on one side, we have a monolithic bloc with undisputed leadership and on the other, a mix of enthusiasm and keen expectancy, laced with sundry interests and odds-on frustration.

"Alberto has the power," delight the enthused. And that's real. Perhaps this is the strongest card he has in the new play for power. He holds the trump card to override decisions made by the President, and there's no way to get around it. It's all part of the play and links to other players and Peronist centers of power. This is what leads to blundering when trying to understand what is to come based on the tension between followers of Alberto and those loyal to Cristina.

Everything points to a multipolar, complicated system on the horizon, but one with a dominant planet - Cristina - in which the President will be a sort of Prime Minister without territorial power but with more administrative control over the State.

This president will have to pass through the linkages of numerous centers of Peronist power, through a framework of agreements and tensions that it would be naïve to think were unchangeable. The concept of an ad hoc parliamentarism is therefore perhaps more useful than the easy out of overexposing the newly formed reality of the Kirchner-Duhalde power struggle.

Because if we are going to talk about a coalition government, there is another possible axis for Alberto's consolidation, one that perhaps requires less Peronist greed and more political dexterity. This axis could involve dismantling what up to now has been broadcast by Alberto's followers, authorized or not, to build a power base for their leader. It is something as simple as it is difficult: to organize a government, a bloc of power, that starts to solve Argentina's problems. This sort of provocation would involve recognizing Cristina as the leader of a majority in the new galaxy of power. But a structure that places Alberto as the center of all virtue and her as the source of all problems, besides being overly-simplistic, is not at all practical.





Fuente/Source:https://www.lapoliticaonline.com/nota/ignaciofidanza-parlamentarismo-de-facto/https://www.lapoliticaonline.com/nota/ignacio-fidanza-de-facto-parliamentarism/

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