Memoria
Estados Unidos: Martin Luther King, el valor de un hombre inmenso
Este miércoles se cumplen 50 años del asesinato, en Memphis, del líder por los derechos de los negros.
Luis Vinker
Discurso. Martin Luther King el 28 de agosto de 1963 en la Marcha de Washington, en donde pronunció su discurso inmortal: “Yo tengo un sueño”. AFP (*)
Aquel 4 de abril a las 18.01 -este miércoles hace exactamente medio siglo- Martin Luther King salió al balcón de la habitación 306 del motel Lorraine en Memphis, Tennessee. Allí, un disparo acabó con su vida (una hora después)y causó una conmoción mundial. Cinco años antes, otro magnicidio había sacudido a Estados Unidos -John F. Kennedy- y la secuela se prolongaría con el hermano de éste, Bob. Pero si aquel disparo segó la vida de Luther King, que apenas tenía 39 años, no ocurrió lo mismo con sus ideales y su movimiento. A esa altura, la lucha de la población de raza negra por sus derechos civiles era imparable.
Y si el crimen del pastor provocó una ola de disturbios y saqueos en cien ciudades, en poco tiempo su imagen siguió creciendo. Inclusive, se prolongaría en la rebelión de los jóvenes y en las constantes manifestaciones contra la Guerra de Vietnam. Todos los símbolos de una época que, por momentos, nos parece tan lejana... Y en otros -cuando renace cierta tensión racial- los discursos, las movilizaciones y la gesta de Luther King nos suenan como si fuera ayer.
Nacido en Atlanta el 15 de enero de 1929, siempre recordó dos hechos de la infancia que marcaron su vida: la muerte de su abuela y la discriminación. También habría que citar a su padre, Martin Luther King Sr, predicador religioso y uno de los primeros líderes en la lucha de los negros por sus derechos. Con apenas 17 años, su hijo hizo publicar una carta en el Atlanta Constitution donde afirmaba:“Las personas negras también son titulares de los derechos básicos y las oportunidades de los ciudadanos americanos”.
Biografía de Martin Luther King. AFP
Estudió teología en Boston y, ya casado con Coretta, se trasladó a Montgomery, Alabama: el sur profundo y uno de los estados más racistas. Después del famoso episodio de Rosa Parks (1955) que impulsó el fin de la segregación racial en los autobuses, King quedó como un líder natural en la lucha de los negros por la igualdad. Sus biógrafos calculan que sus recorridos fueron “infinitos” y que habló en más de 2.500 actos públicos. Fue arrestado 20 veces y sufrió cuatro ataques directos, uno de ellos a cuchilladas en Nueva York. El día que mataron a JFK, sintió que él también estaba sentenciado.
Su momento memorable fue el 28 de agosto de 1963, cuando movilizó a 250 mil personas en Washington por los derechos civiles. Y allí, frente al Memorial Lincoln, pronunció su discurso inmortal: “Yo tengo un sueño”. La prefiguración de lo que sucedería de allí en más en su país. Desde que Lyndon Johnson tuviera que firmar la ley de los Derechos Civiles para terminar con la segregación hasta que, décadas después, por primera vez una persona de raza negra alcanzara la presidencia. Y entonces Barack Obama supo rendirle tributo.
El exterior del motel Lorraine y del Museo Nacional de Derechos Civiles, lugar de celebración del 50 aniversario del asesinato de Martin Luther King Jr, asesinado a tiros mientras permanecía en el balcón del Motel Loraine frente a la habitación 306 donde se hospedaba . EFE
King también había liderado la marcha de Selma hacia Montgomery (1965), enfrentando el racismo en Alabama, en lo que se conoció como el Domingo Sangriento. Allí expresó que “el arco del universo moral es largo, pero se inclinará para el lado de la Justicia”. Y Johnson tuvo que admitir que “la discriminación no es un problema de los negros, del Sur o del Norte. Es un problema americano”.
Martin Luther King ya había sido distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 1964 y su autoridad crecía. Hasta que aquel disparo terminó con su vida en la tarde de Memphis. Su autor, un delincuente de poca monta llamado James Earl Ray, consiguió escapar. Dos meses más tarde fue capturado por Scotland Yard, en Londres, y lo extraditaron. Su destino era la silla eléctrica, pero se declaró culpable y lo sentenciaron a 99 años de prisión (murió en 1998, a los 70 años). Nunca faltaron las versiones de conspiración y la viuda de King consiguió que se reabriera la investigación a fines de los 90. Pero el Departamento de Estado determinó que “no hubo ninguna conspiración”. Quedaron las dudas. Y, sobre ellas y sobre el crimen, el valor de un hombre inmenso.
Fuente:www.clarin.com
(*)
«Tengo un sueño»
por MARTIN LUTHER KING
«Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy en la que quedará como la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestra nación. Hace cien años, un gran americano, cuya sombra simbólica nos cobija, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio. Pero 100 años después debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro aún no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.
Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En cierto sentido, llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaración de Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería heredero. Esa nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de 'vida, libertad y búsqueda de la felicidad'. Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto con el sello de 'fondos insuficientes'. Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Por eso hemos venido a cobrar ese cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado para recordarle a Estados Unidos la urgencia feroz del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar su frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina.
No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma. Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado al nuestro. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de marchar siempre hacia el frente. No podemos volver atrás.
Hay quienes preguntan a los que luchan por los derechos civiles: '¿Cuándo quedarán satisfechos?' Nunca estaremos satisfechos mientras el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados por la fatiga del viaje, no puedan acceder a un alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos mientras la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos mientras a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad con carteles que rezan: 'Solamente para blancos'. No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.
No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes acaban de salir de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención. Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que, de alguna forma, esta situación puede ser y será cambiada. No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.
Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: 'Creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales'.
Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.
Yo tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.
Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo el sueño de que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama, pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas. ¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo el sueño de que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada y toda la carne la verá al unísono. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir en la montaña de la desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.
Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: 'Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad'. Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad. Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania. Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. ¡Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada montaña de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad! Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día en que todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: '¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!'».
Fuente:http://www.elmundo.es/especiales/2013/internacional/martin-luther-king/texto-integro.html
Martin Luther King, Jr. I Have A Dream Speech(**)
Published on Aug 28, 2013
Published on Aug 28, 2013
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