Wednesday, December 20, 2017

POL/SOC/GINT-Defender la democracia

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                 Defender la democracia

Los graves hechos recientes fueron más allá de impedir la sanción de una ley para la que había acuerdo mayoritario: fueron un claro intento destituyente

20 DE DICIEMBRE DE 2017


La sanción de la reforma previsional, que incluye aumentos de haberes por encima de la inflación, el 82% móvil a los beneficiarios de la jubilación mínima y la extensión optativa del beneficio a los 70 años, entre otros aspectos, dejó muchas más conclusiones que esas tres cuestiones operativas.

La primera, que la democracia nunca está del todo garantizada: se constuye día tras día, con diálogo, desprendimientos personales y sectoriales, y mucho esfuerzo. La segunda, que está clarísimo que subsisten en nuestro país sectores radicalizados dispuestos a dinamitar las instituciones incentivando el caos con tal de recobrar poder o de mantenerlo. La tercera, que lamentablemente quedan muchos grupos dispuestos a materializar esos deseos, de fomentar esos incendios tirando fósforos sobre el combustible derramado.


A eso hay que sumar una Justicia complaciente con los violentos, que les allana el camino para que actúen a gusto, que no ve mal que se pertrechen con bombas caseras, cortafierros y piedras, y que actúen con la cara tapada, frente a fuerzas de seguridad que oportunamente la misma Justicia se encargará de alejar y de desproteger. Ayer, por "falta de pruebas", fue liberada casi la totalidad de las 68 personas detenidas por los aberrantes ataques del lunes. Es de esperar que esas pruebas se extraigan con prontitud de los innumerables videos que recogieron las cámaras apostadas en la vía pública, las de los medios de prensa y la de miles de ciudadanos que, indignados y temerosos, sólo tenían como arma de defensa ante semejante barbarie el testimonio recogido por su teléfono celular.

Como ha dicho el Presidente, la violencia estuvo orquestada. Hubo legisladores que la incentivaron de muchas maneras durante la pasada semana. Primero, al permitir que se infiltrara en una comisión del Congreso un grupo de personas dispuestas a impedir el debate, amparadas en la defensa de los jubilados, cuando en rigor lo único que defendían eran sus intereses ideológicos, políticos, sectoriales y corporativos. Después, al lograr evitar que sesionaran los diputados. Sectores de la oposición parlamentaria llegaron al límite -tan peligroso como absurdo- de desconocer el quórum legalmente obtenido, inventaron la existencia de "diputruchos" y agredieron a las autoridades de la Cámara, a las que reclamaron que se levantara la sesión por los desmanes que se producían fuera del recinto, a los que ellos -precisamente con su verba encendida y provocadora- encendían sin el menor disimulo ni pudor. Lo lograron. La reanudación del debate, anteayer en Diputados, fue uno de los trámites sobre los que más se supo que nuevamente iban a producirse desmanes. Fueron 48 horas de preparativos para la violencia verbal y física. Más de 80 policías fueron heridos y unos 60 civiles resultaron lastimados. La lluvia de piedras contra las fuerzas de seguridad fue constante. Los alrededores del Congreso amanecieron como si hubiesen padecido un bombardeo: locales, veredas, monumentos, todo fue objeto de depredación por parte de hordas de inadaptados a quienes los violadores de la Constitución nacional, dentro y fuera del Congreso, quieren hacerles creer que el pueblo no gobierna a través de sus representantes. La Constitución los desmiente, pero poco les importa.


Quienes han cometido los salvajes ataques de los que muchos hemos sido testigos deben recibir un castigo ejemplar. Se han cometido delitos de intimidación pública, daños y lesiones, y también el de sedición, por cuanto se ha producido un alzamiento para impedir la ejecución de una ley. En estos últimos días ha quedado claro que hay dos Argentinas: la de los violentos y nostálgicos de un pasado negro y la de quienes quieren empezar de una vez por todas a transitar el camino de la normalidad.

La ley sancionada anteayer es apenas una reforma al sistema previsional que urge modificar después del saqueo al que se ha visto sometido durante los últimos años, en los que se usaron los fondos de los jubilados para financiar el déficit fiscal; para obras públicas de escasa rentabilidad, cuando no inexistentes, y cuando el sistema sumó demagógicamente millones de jubilados que nunca habían realizado aportes. Hoy la relación de aportantes respecto de cada beneficiario de de 1,1. Imposible de sostener por mucho más.


La reforma previsional es, además, parte de un paquete que ayer siguió debatiéndose y que también integran la impositiva y la laboral. Es decir, un debate que, lejos de concluirse, seguía de manera de poder corregir eventuales errores. La violencia no es nunca justificable. Y cuando viene de quienes deben dar el ejemplo, como en el caso de los legisladores que sí son quienes deliberan en nombre del pueblo, es realmente intolerable y debe ser condenada.

En estos últimos días hemos dado un pésimo ejemplo interno, pero también para afuera. Nuestra imagen ha quedado seriamente dañada. No es consuelo de nada, pero si algo se puede sacar en claro es quiénes son los violentos, a quienes el diálogo les repugna porque no lo toleran.

Sin lugar a dudas, ha habido un esfuerzo destituyente que afortunadamente no logró su propósito. Tenemos que estar muy alertas para seguir defendiendo las instituciones de quienes han dedicado sus vidas a servirse de ellas.

Paralizar el Congreso es un ataque directo a una de las voces más representativas de un sistema democrático.






Fuente:www.lanacion.com.ar

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