Tuesday, December 6, 2016

POL/GralInt-El 8 de Macri, ¿una nota escolar, académica o como las que se ponen en Bailando por un sueño?

The following information is used for educational purposes only.



El 8 de Macri, ¿una nota escolar, académica o como las que se ponen en Bailando por un sueño?

Pablo Mendelevich

06 DE DICIEMBRE DE 2016



Desde que la semana pasada Macri se puso a sí mismo (o a su gobierno) un ocho, muchos cayeron en la tentación de determinar si esta calificación había sido un derroche de generosidad, un acto de justicia o un gesto de modestia, aunque de este tercer grupo, a decir verdad, no se reportaron demasiados casos. Como era de esperarse, los simpatizantes en general aplaudieron la nota que el Presidente cree que el Gobierno se merece, mientras los opositores se dividieron en cuatro, según optaran por la indignación, la crítica, la burla o la ironía. A la ironía, por ejemplo, echó mano Sergio Massa, al opinar que el ocho estaba bien, sólo que no era sobre diez sino sobre cien. Otras voces se tomaron el asunto en serio y le discutieron la nota al evaluador evaluado. Como Juan Manuel Abal Medina, quien revoleó el boletín imaginario de Macri y donde decía ocho borroneó y puso un tres.

Para desacreditar la benignidad, varios políticos cayeron en el lugar común de repetir que la única evaluación que importaba, a la postre, era la del sufragio popular. Terminaron de impartir este magisterio republicano y se fueron, como cada día, a leer las últimas encuestas de imagen referidas a ellos mismos y a los gobernantes para preparar su siguiente aparición pública, además de sopesar el clima de la calle para impulsar o no algún proyecto de ley.


La realidad es que tanto se trate de un buen gobierno o de uno malo, el juicio que se haga -mucho menos si lo que se juzga es si el primer año del Gobierno fue positivo- no necesariamente equivale a una cotización en votos. Salvo que uno crea a pies juntillas la frase setentista que dice que el pueblo nunca se equivoca, idea sacralizada en los tiempos del voto peronista aluvional y suspendida en noviembre de 2015 hasta que pueda ser repuesta junto con el retorno de sus promotores al poder. Una cosa es entender que el sufragio popular es la máxima expresión de la voluntad soberana y por eso debe ser respetado y otra es atribuirle sabiduría celestial. Si las mayorías fueran sabias per se no sólo habría que concluir que las minorías son ignorantes, concepto que por algo está en la base de los totalitarismos. Los kirchneristas tendrían que resignarse, también, a empardar la sacralidad de sus verdades con las de Menem, el ganador casi invicto de elecciones de la década anterior.

"¿Qué hizo Macri en definitiva? Se puso una nota alta y salteó los sinsabores económicos"


¿Qué es un buen gobierno? ¿Con qué parámetros se lo evalúa? ¿Cuál es la serie que se utiliza para hacer comparaciones? ¿Quién las homologa? He aquí un asunto difícil, especialmente si se pretende la precisión idealizada de una evaluación escolar, acaso del secundario o de la libreta universitaria, rigor extraño en un país que se esfuerza por reconstruir los números de sus estadísticas recientemente vejadas con propósitos ornamentales. Poner una nota fuera de las aulas, hasta en el sexo, se ha vuelto un reduccionismo tan corriente y frívolo como encantador. Lo prueba el jurado de Bailando por un sueño casi todas las noches. En la televisión, con todo, la subjetividad explícita nunca es plena. Los jurados encuentran un límite en la fundamentación de las calificaciones que distribuyen.

Como el Presidente aceptaba autoevaluarse de cero a diez, ejercicio inusual en el cargo que ejerce, cabía esperar que se subiera la nota y al mismo tiempo que se la bajara para ser consecuente con su prédica de ir con la verdad, visto el reconocimiento oficial, por lo menos en los últimos días, de que la economía no termina de arrancar. ¿Qué hizo en definitiva? Se puso una nota alta y salteó los sinsabores económicos, para lo cual se enfocó en una de las pocas cosas que están por encima de la inflación, de la carestía de la vida, de los despidos: la paz social. No respondió con lo que sucedió en 2016 sino con lo que no sucedió. Dijo que había evitado la quinta crisis terminal de los últimos cincuenta años.


Se podría celebrar, al menos, que la Argentina habituada a los desmadres cíclicos sea tan gatuna: la palabra terminal, en vez de remitir al fin, devino en secuencia. Pero al margen de esa curiosidad hay que reconocer que el argumento presidencial es atendible. Quizás Macri no lo puede probar. Él sugiere que el gran mérito de su gobierno en el primer año fue evitar un zafarrancho mayúsculo, no digamos versión 2001, la cumbre del género, sino un descontrol viralizado de los que se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. "¿Cuánto califica haber bajado las tensiones?", preguntó en forma retórica a quien le había pedido que se pusiera una nota.

"Ningún presidente no peronista pasó un primer año tan calmo, por ejemplo sin un paro general"


A la luz de la historia Macri tiene razón. Las tensiones de todo tipo, simbolizadas en el desplante sin precedentes de la transferencia del mando de hace un año, había que remarlas. Ningún presidente no peronista pasó un primer año tan calmo, por ejemplo sin un paro general. Con un tercio de la población bajo la línea de pobreza, con esa y otras tragedias barridas debajo de la alfombra, con la economía paralizada que dejó el populismo, militantes ("soldados") kirchneristas agazapados en innumerables reparticiones estatales y una buena cantidad de sindicalistas, intendentes, senadores y diputados alineados con la corriente política que juró "resistir" al enemigo; con la cultura política, en fin, de una sociedad partida en dos, la proeza del gobierno de Cambiemos fue desactivar la bomba de tiempo y descartar la clásica vía revanchista. Evitar el espejo.

Sin embargo, la historia contrafáctica paga mal. Lo que no pasó carece de sex appeal, a menudo tiende a ser arrollado en la valoración colectiva por lo que sí pasó. Aceptado el juego siempre riesgoso de ponerse una nota, tal vez Macri debió tomar el boletín entero y no la materia en la que mejor le fue, aunque a todas luces se trate de la principal. También sacó una nota alta, qué duda cabe, en la materia Congreso, incluida la reposición del diálogo como base de la política, y una nota relativamente aceptable en contención social. Pero en inflación, déficit fiscal, reactivación de la economía y tarifas públicas, por sólo citar algunas, estuvo bastante lejos del ocho meneado.

Hubo exégetas del Gobierno que reinterpretaron aquella nota como si hubiera sido un promedio de todo. Hasta trataron de asociar el retiro de Chapadmalal con la búsqueda de "lo que falta" para sacarse diez. Semejante equívoco, no se sabe si accidental o producto de una estrategia comunicacional, tranquilizó a los opositores que, brocha gorda en mano, fustigaron a Macri por ponerse un ocho en plena recesión.







Fuente: www.lanacion.com.ar

No comments:

Post a Comment

All comments are welcomed as far as they are constructive and polite.

La vejez. Drama y tarea, pero también una oportunidad, por Santiago Kovadloff

The following information is used for educational purposes only. La vejez. Drama y tarea, pero también una oportunidad Los años permiten r...