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OPINIÓN | CUARENTENA EN LA ARGENTINA
Políticos, afuera
Graciela Guadalupe
16 de Agosto de 2020
"Se restringe la atención a políticos y funcionarios jerárquicos".
(Del dueño de locales gastronómicos en Bariloche, harto de las pérdidas económicas generadas por la cuarentena.)
Basta. No entran más. Se quedan afuera. Estamos hartos de que el sector privado sea el único que paga los costos de la cuarentena. Si tienen frío, que se compren un poncho. Si tienen sed, que se hagan un jugo de nieve.
Si los carteles pudieran hablar, eso diría la prohibición impuesta por el empresario José Sojo a políticos que quieran ingresar a sus locales gastronómicos en Bariloche. Con una excepción: solo pueden acceder aquellos funcionarios que donan el 25% de sus salarios, como resignan los trabajadores de ese sector comercial en el distrito.
La medida de Sojo tiene tanto de alegórica como de predictiva. ¿Qué pasaría si detrás de cada mostrador de los miles y miles de comercios que viven a pura pérdida como consecuencia del aislamiento social obligatorio, se irguiera un pichón de Sojo? ¿Si los políticos tuvieran vedado no solo el chocolate con churros al pie del Catedral, sino el corte de pelo (zafarían Rodríguez Larreta y Telerman ), el cambio del cuerito de la ducha, la sesión con el psicólogo y el turno con el podólogo; si el quiosquero les negara los cigarrillos; el estacionero, la nafta, y el camión de residuos no solo no les recogiera la basura, sino que se las tirara en la puerta de sus casas?
Economía debió aclarar los dichos de Fernández: "No habrá restricciones extra al dólar ahorro"
Que no se entienda que estamos propiciando vendettas, porque eso no es bueno y nos dejaría más solos que ojo de cíclope.
Imaginemos si a lo largo de nuestra historia les hubiésemos cortado los servicios a los que nos llevaron a la hiperinflación, a los que nos prometieron la revolución productiva, la erradicación de la pobreza y el modelo de acumulación con matriz productiva diversificada con inclusión social. Si hubiéramos tomado venganza del fracaso de la convertibilidad, del ahorro forzoso, de los defaults, de la nacionalización de los depósitos bancarios, de la presión tributaria récord, de la ley 1050, del plan Quinquenal, del Bonex, del Primavera y del Austral?
Pensándolo bien, Sojo debería aflojarle al castigo. Van a terminar multándolo como le pasó a Ariel Suárez, el remero olímpico que se ligó que le labraran un acta por salir a entrenar en cuarentena, solo con su alma y con su bote, en medio del río y a años luz de otro ser humano.
¿¡Cómo!? ¿Que a Moyano no le hicieron nada cuando violó el aislamiento para boicotear a Mercado Libre?
¡Traigan a Sojo! ¡Y cierren la 8!
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/politicos-afuera-nid2422194
Sunday, August 16, 2020
Saturday, August 15, 2020
El invento que permite convertir agua de mar en potable en solo media hora (y de forma sostenible), por Analía Llorente
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El invento que permite convertir agua de mar en potable en solo media hora (y de forma sostenible)
Analía Llorente
Investigadores desarrollaron un filtro que purifica agua de mar y la convierte en potable en solo media hora
14 de Agosto de 2020
¿Cómo se puede convertir agua salada en potable de manera sustentable y en poco tiempo?
Utilizando un filtro especial de alta tecnología y energía solar.
Un equipo de investigación global desarrolló una tecnología pionera que puede hacer que grandes volúmenes de agua de mar sean seguros para beber en menos de 30 minutos.
Este adelanto tecnológico podría proporcionar agua potable a millones de personas en todo el mundo utilizando la energía de manera más eficiente que las prácticas actuales de desalinización, señala un comunicado de la Universidad Monash, con sede en Melbourne, Australia.
Y "las comunidades remotas podrían ser las más beneficiadas", le dice a BBC Mundo el profesor Huanting Wang, que lidera el proyecto.
¿Cómo funciona?
El filtro especialmente diseñado puede generar cientos de litros de agua potable por día y solo requiere luz solar directa para purificarlos, lo que hace que el proceso sea energéticamente eficiente, de bajo costo y sostenible.
Para la fabricación del filtro se utilizan compuestos organometálicos (MOF, por sus siglas en inglés), que constan de iones metálicos que forman un material cristalino.
"El agua salina corre a través del tubo (cubierta con una lámina de aluminio), donde las sales se adsorben sin luz, produciendo agua dulce", explica el profesor Huanting Wang Crédito: GENTILEZA HUANTING WANG
Durante el proceso de desalinización, el filtro, que lleva el nombre de PSP-MIL-53, primero adsorbe (atrae y retiene en su superficie moléculas o iones de otro cuerpo) las sales del agua y luego se coloca bajo la luz del sol para regenerarse.
Ese proceso demora menos de cuatro minutos, antes de que el filtro pueda adsorber la sal del agua nuevamente.
La desalinización y los riesgos en la salud
La Organización Mundial de la Salud sugiere que el agua potable de buena calidad debe tener un sólido disuelto total (SDT) menor a 600 miligramos por litro (mg/l).
Los investigadores pudieron lograr un SDT de menos de 500 mg/l en solo media hora y regenerar el filtro MOF para su reutilización bajo la luz solar.
Este proceso pudo filtrar partículas dañinas del agua y generar 139,5 litros de agua limpia por kilogramo de MOF por día.
El profesor Wang, del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Monash, defiende la desalinización como una opción viable para solucionar la falta de agua en el mundo.
"Debido a la disponibilidad de agua de mar y salobre - aquella que tiene más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua de mar-, y a que los procesos de desalinización son confiables, el agua tratada puede integrarse dentro de los sistemas acuáticos existentes con riesgos mínimos para la salud", asegura Wang.
"Pero los procesos de desalinización térmica por evaporación y otras tecnologías, como la ósmosis inversa -que utiliza una membrana semipermeable para eliminar iones, moléculas y partículas más grandes-, tienen una serie de inconvenientes, incluido el alto consumo de energía y el uso de productos químicos en la limpieza y decloración de membranas", advierte.
Por su bajo consumo de energía y sin necesidad de productos químicos durante el proceso, Wang dice que esta nueva tecnología con luz solar puede ser parte de las futuras soluciones de agua limpia.
"La energía solar para filtrar se ha utilizado durante mucho tiempo, donde el agua se evapora y se condensa para producir agua dulce. Pero se necesitan muchas horas para producir suficiente agua para uso doméstico. Nosotros utilizamos la luz solar para reciclar nuestro material, y solo toma unos minutos", le dice a BBC Mundo.
Al ser consultado por el costo de este nuevo dispositivo, el profesor dijo que aún queda camino por recorrer para que sea asequible para la población.
"El material sintetizado en el laboratorio no es barato. Se espera que el costo de su producción disminuya significativamente cuando se fabrique a gran escala", asegura.
"Esperamos que el material esté ampliamente disponible y sea asequible después de más investigación y desarrollo", concluyó.
BBC News Mundo
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/sociedad/el-invento-permite-convertir-agua-mar-potable-nid2421181
El invento que permite convertir agua de mar en potable en solo media hora (y de forma sostenible)
Analía Llorente
Investigadores desarrollaron un filtro que purifica agua de mar y la convierte en potable en solo media hora
14 de Agosto de 2020
¿Cómo se puede convertir agua salada en potable de manera sustentable y en poco tiempo?
Utilizando un filtro especial de alta tecnología y energía solar.
Un equipo de investigación global desarrolló una tecnología pionera que puede hacer que grandes volúmenes de agua de mar sean seguros para beber en menos de 30 minutos.
Este adelanto tecnológico podría proporcionar agua potable a millones de personas en todo el mundo utilizando la energía de manera más eficiente que las prácticas actuales de desalinización, señala un comunicado de la Universidad Monash, con sede en Melbourne, Australia.
Y "las comunidades remotas podrían ser las más beneficiadas", le dice a BBC Mundo el profesor Huanting Wang, que lidera el proyecto.
¿Cómo funciona?
El filtro especialmente diseñado puede generar cientos de litros de agua potable por día y solo requiere luz solar directa para purificarlos, lo que hace que el proceso sea energéticamente eficiente, de bajo costo y sostenible.
Para la fabricación del filtro se utilizan compuestos organometálicos (MOF, por sus siglas en inglés), que constan de iones metálicos que forman un material cristalino.
"El agua salina corre a través del tubo (cubierta con una lámina de aluminio), donde las sales se adsorben sin luz, produciendo agua dulce", explica el profesor Huanting Wang Crédito: GENTILEZA HUANTING WANG
Durante el proceso de desalinización, el filtro, que lleva el nombre de PSP-MIL-53, primero adsorbe (atrae y retiene en su superficie moléculas o iones de otro cuerpo) las sales del agua y luego se coloca bajo la luz del sol para regenerarse.
Ese proceso demora menos de cuatro minutos, antes de que el filtro pueda adsorber la sal del agua nuevamente.
La desalinización y los riesgos en la salud
La Organización Mundial de la Salud sugiere que el agua potable de buena calidad debe tener un sólido disuelto total (SDT) menor a 600 miligramos por litro (mg/l).
Los investigadores pudieron lograr un SDT de menos de 500 mg/l en solo media hora y regenerar el filtro MOF para su reutilización bajo la luz solar.
Este proceso pudo filtrar partículas dañinas del agua y generar 139,5 litros de agua limpia por kilogramo de MOF por día.
El profesor Wang, del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Monash, defiende la desalinización como una opción viable para solucionar la falta de agua en el mundo.
"Debido a la disponibilidad de agua de mar y salobre - aquella que tiene más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua de mar-, y a que los procesos de desalinización son confiables, el agua tratada puede integrarse dentro de los sistemas acuáticos existentes con riesgos mínimos para la salud", asegura Wang.
"Pero los procesos de desalinización térmica por evaporación y otras tecnologías, como la ósmosis inversa -que utiliza una membrana semipermeable para eliminar iones, moléculas y partículas más grandes-, tienen una serie de inconvenientes, incluido el alto consumo de energía y el uso de productos químicos en la limpieza y decloración de membranas", advierte.
Por su bajo consumo de energía y sin necesidad de productos químicos durante el proceso, Wang dice que esta nueva tecnología con luz solar puede ser parte de las futuras soluciones de agua limpia.
"La energía solar para filtrar se ha utilizado durante mucho tiempo, donde el agua se evapora y se condensa para producir agua dulce. Pero se necesitan muchas horas para producir suficiente agua para uso doméstico. Nosotros utilizamos la luz solar para reciclar nuestro material, y solo toma unos minutos", le dice a BBC Mundo.
Al ser consultado por el costo de este nuevo dispositivo, el profesor dijo que aún queda camino por recorrer para que sea asequible para la población.
"El material sintetizado en el laboratorio no es barato. Se espera que el costo de su producción disminuya significativamente cuando se fabrique a gran escala", asegura.
"Esperamos que el material esté ampliamente disponible y sea asequible después de más investigación y desarrollo", concluyó.
BBC News Mundo
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/sociedad/el-invento-permite-convertir-agua-mar-potable-nid2421181
Friday, August 14, 2020
Angelina Jordan New Incredible Song 2020
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Angelina Jordan New Incredible Song 2020! The Best Voice Talent I've Ever Seen !
Source: www.youtube.com
Saturday, August 1, 2020
Las palabras. Un bien del que estamos hechos, hoy bajo amenaza, por Santiago Kovadloff
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Las palabras. Un bien del que estamos hechos, hoy bajo amenaza
Santiago Kovadloff
1 de Agosto de 2020
Puesto que no soy sino un escritor, no puedo hablar de las palabras si no es con amor y con cautela. Cuento con ellas en cierta medida y de modo general. Pero a la vez nunca estoy seguro de disponer de las que, al escribir, creo imprescindibles. Vivo asediado por el lugar común y por la impotencia para dar con las que me importan. Por el temor a la obviedad de las ideas o la imprecisión de los términos que encuentro para expresarlas. Dicho esto y por sobre todo, amo las palabras. Me faltan, las tengo, las deseo. Me hechizaron desde siempre. Leídas y oídas primero, escritas después. En mi idioma, en otros. Aun en aquellos de los que nada sé ni entiendo. Me encanta escucharlos. Su modulación, su sonido. Oírlas, en el idioma que sea, me cautiva. El idish fue el primero que me brindó esa experiencia en la que se conjugaban la atracción y la ignorancia. Lo hablaban mis cuatro abuelos. Del castellano, me enamoré a conciencia en el Brasil. Residiendo allí y siendo poco más que un niño, dejé de hablarlo con frecuencia y supe un día cuánto lo extrañaba; qué intensa era en mí la emoción de escuchar sus palabras con nuestro acento argentino.
Dediqué mi vida a las palabras. Como lo hace cualquiera con su vocación. Desde los catorce años, no quise más que ser un escritor. Supongo que el derrumbe de la infancia me empujó hacia las palabras. A intentar con ellas la recuperación de algo perdido. Se trataba de llevar a las palabras aquello a lo que ya no podía jugar. Las palabras me rescataban de ese naufragio. No eran signos. Eran seres, eran cosas, perfumes, sitios. El alivio que buscaba, la poca luz de la que era capaz, los encontré en la palabra. En el acto de escribir y, claro está, de leer. Nada ha cambiado desde entonces. Aún hoy es así. Han pasado más de sesenta años desde aquella primera vez en que dejé de dibujar como un niño y empecé a escribir como un adolescente. El torrente de las palabras primero, la oscuridad tumultuosa, el desahogo ciego. Algunos años más tarde, Rilke me reveló la palabra "trabajo". Escribir significaba trabajar. Supe que había palabras certeras y otras que no lo eran. Palabras ganadas y palabras expropiadas. Empecé a tachar, a borrar. Encontré allí un arte mayor. Aún sigo aprendiéndolo. Un texto se construye despojándolo de excesos. Hay palabras nacidas para perderse y otras para florecer. No hay sinónimos en el lenguaje de un escritor.
No sabemos aún qué alcance tendrá la pérdida de la escritura manual en nuestra conformación subjetiva venidera. Sean cuales fueren sus consecuencias, es prudente no atribuirles un carácter catastrófico.
Son mayoría indiscutible quienes al apartarse de la escritura manual, se han liberado con alivio de una molestia, cuando no de una dificultad. Y si de escritores hablamos, está más que probado que el valor de una obra en nada depende del medio que se emplee para producirla.
Admitida esta evidencia, lo imprescindible en mi caso sigue siendo escribir a mano; dibujar cada palabra, cada oración. No disfruto del acto de escribir si no es así. Tres máquinas dactilográficas y una computadora poco menos que virgen evidencian mis sucesivos fracasos en el intento de trasladar ese placer a otro medio que a mi mano.
PIPA SURREALISTA. Esta obra célebre del pintor belga René Magritte, acaso pieza pionera del arte conceptual, pone en juego las relaciones entre la realidad, su representación y la palabra
Trazo con ella las palabras a ritmo pausado. Solo de ese ritmo brotan en mí las ideas que hilvanan mi prosa, las líneas de cada poema.
Rara vez son más de dos las páginas que logro en una sola jornada. En cuatro o cinco horas, apenas unos párrafos. O el esbozo casi siempre difuso de algunas estrofas. No sé extenderme si no dejo atrás algo cuya intensidad me resulte al menos consistente. Siempre son oscuras mis primeras palabras. Tanteos de ciego, signos casi impenetrables. Y sin embargo, en esa oscuridad algo se deja oír. Son las palabras que sobreviven. Las que encierran una promesa. El empeño y la fortuna las despejan. Como una bruma que se desvanece, dejan ver algún sentido.
Abro, al escribir, grandes espacios entre una línea y otra. En ellos y empleando distintos colores, esbozo diferentes alternativas para una misma idea. Trato, como puedo, de escapar a una primera redacción fatalmente precaria. A la pobreza de esas palabras primeras que nacen extenuadas.
Solo en mi letra reconozco mi escritura. La tipografía casi nada me entrega de cuanto brota de mi mano. No es más que la estela tenue de lo que fue la composición. En ella, mis palabras se me aparecen veladas. Les falta el semblante inconfundible que les infunde la caligrafía.
Trato de remontar esa distancia leyéndolas en voz alta. Solo así lo impreso me deja presentir, a través de su formato neutro, el dibujo de mis palabras. La voz me las devuelve, restaña esa distancia.
Roland Barthes sabía que en la letra vemos "la proyección enigmática de nuestro propio cuerpo. Trazar palabras es para mí del mismo orden que pintar para un pintor: escribir sale de mis músculos, disfruto de una especie de trabajo manual; acumulo dos 'artes': el del texto y el del grafismo".
Algo del enigma del tiempo recoge esa huella que la mano imprime en el papel. El modo en que cada cual lo conjuga se resuelve también como caligrafía. En ese surco que la mano cava. En esa llaga viva que, al unísono, es cicatriz.
Muy posiblemente, los hombres venideros serán ágrafos en un sentido esencial. Habrá un futuro en el que se desconocerá la letra de generaciones enteras. Asociadas a prácticas de un pasado distante, las palabras de una mano podrán contemplarse en páginas de museos y en documentales; en centros arqueológicos que perpetúen lo que ya no tendrá realidad fuera de una vitrina. Eso que hoy sigue siendo indispensable para mí.
Kovadloff en su estudio; sobre la mesa, al lado de la Olivetti, el lápiz y las hojas en las que escribe las primeras versiones de sus textos Fuente: LA NACION - Crédito: Marcelo Gómez
Georges Gusdorf lo dijo así: "El poeta opera la restitución del verbo. Da a la palabra sus resonancias, presenta a cada una en una situación nueva, de modo que su virtud reaparezca. El programa de Mallarmé, 'dar un sentido más puro a los vocablos de la tribu', es el programa del genio por la gracia del cual los vocablos más utilizados vuelven a encontrar misteriosamente su integridad original y se animan con una radiante fosforescencia".
La poesía, qué duda cabe, reintegra a los vocablos ese poder elocutivo que ilumina la realidad en todas sus dimensiones: la emocional, la intelectual, lo que en ella hay de inasequible. Revierte lo que el prejuicio hace de ellas, las sustrae al hábito y a la impermeabilidad que les impone la indiferencia. Sin ella, el mundo pierde relieve ontológico. La poesía, en suma, refunda el papel presencial de las cosas, la sombra inevitable que acompaña a toda designación. Pero los "vocablos de la tribu", más allá o más acá de la poesía, son también condición necesaria de la cultura, del discernimiento de la identidad personal y colectiva. Sin ellos, sin ese empleo habitual, no hay instituciones que puedan ser socialmente acatadas como imprescindibles. No se trata entonces de abrir una grieta irreparable entre el destino poético de los "vocablos de la tribu" y su uso frecuente. Esa disyuntiva es estéril. Más vale privilegiar su interdependencia. Si corresponde diferenciarlas, cabe también comprender y estimar su recíproca potenciación.
A mi ver, "los vocablos de la tribu" no solo son los que, restaurados, renacen en la voz del poeta. Ellos no solo connotan desgaste, la anemia expresiva que les impone el abuso, la inmovilidad de la costumbre, la rigidez del convencionalismo. Son, igualmente, un bien palpitante, un patrimonio vivo. Remiten a valores compartidos sin los cuales no hay comunidad. Generan esa necesaria cohesión social de la que solo son capaces los significados consensuados. Promueven acuerdos, en suma, que garantizan entendimiento. Esas palabras patrimoniales se encarnan en la ley. Infunden inteligibilidad a la trama de lo diario. La previsibilidad requerida para que el presente pueda remitir a un porvenir y contar con un pasado.
Pero algo más hay que decir sobre los "vocablos de la tribu" en lo que hace a su empleo habitual. Atenazados por el populismo y la pobreza discursiva que hoy padecen las democracias republicanas, revelan que el nuestro es un tiempo de palabras devaluadas. En política eso implica una desarticulación profunda de la trama social. El uso perverso que de ellas hace el poder cuando solo se interesa por sí mismo las priva de credibilidad pública. Se las pronuncia con irresponsabilidad demagógica. Se violenta su significado para infundir veracidad a la mentira y ganar apoyo donde la sinceridad no lo brindaría a la mayoría de los que recurren a ellas para privarlas de sentido y simular que se lo infunden. Puestas al servicio del poder, avasalladas por él, sin otro límite que el interés en alcanzarlo o sostenerse en él, las palabras terminan por hundirse en la ciénaga del descrédito, en lo puramente pretextual. La sociedad que padece su tergiversación ya nada espera de ellas ni de quienes las pronuncian. Convertidas en máscaras que ya ni siquiera disimulan lo que torpemente encubren, terminan despilfarradas por el descrédito. Es así como la política, herramienta esencial de la organización colectiva, impide que prospere la democracia ya que solo favorece, con el envilecimiento del lenguaje, el afianzamiento del autoritarismo y la represión del pensamiento crítico. Subordinadas a la intransigencia ideológica, sea esta de la naturaleza que fuere, las palabras, en esta circunstancia, no traducen más que intolerancia y fanatismo; promueven la discriminación y se convierten en el preámbulo de acciones violentas. Más aún: ya son expresión de esas acciones violentas.
Nuestro país es uno de los que acusan con mayor dramatismo la devastación de los significados llevada a cabo por el uso perverso que de ellos ha hecho la política. La lucha contra este proceso de degradación de las palabras corre por cuenta de una estricta educación cívica y de ella forma parte ese mismo periodismo libre expuesto a la saña de quienes, para prosperar, necesitan silenciarlo. En él, en ese periodismo, es posible encontrar un baluarte indispensable para restañar las heridas de las palabras, su menoscabo, esa violación de su función y de su sentido que no es otro que el de la verdad entendida como derecho a la disidencia.
Lo que las palabras nos entregan de las cosas proviene de la relación que entablamos con ellas. Es lo que usualmente llamamos su "sentido". Platón advirtió que entre las palabras y las cosas no puede haber homologación. El lenguaje, aseguró, es referencial. Su retrato del mundo no es el mundo. En nuestra comprensión de su semblante no se agota su realidad. Esta disonancia entre la designación y lo designado lejos está de decirnos que en el nombre de las cosas nada hay de las cosas que se nombran. O que el lenguaje es un creador de espejismos. En todo pronunciamiento, lo real irrumpe como interpretación, como significado. En todo significado relumbra como un destello ese más allá de la cosa que es su dimensión autónoma y que apenas se perfila en el lenguaje y no cabe en ninguna designación.
A esta realidad inaccesible como objeto y sin embargo palpitante como intensa insinuación en la palabra poética, Roberto Juarroz la designa "presencia desnuda del mundo" y la concibe como una voz que no deja de hacerse oír en la palabra del hombre. Y porque en la palabra del hombre insiste como un eco, ella pasa, por eso, a ser "parte de esa voz". En Platón, esa palabra, en lo que tiene de eminente, es la de la filosofía. Lo es en Merleau-Ponty y en Heidegger también y ni qué decir en Borges cuando escribe: "Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música."
De Babel me interesó siempre esa diáspora idiomática que produjo la abolición de la lengua única hablada por la humanidad concentrada en Senaar.
La diversidad de términos aplicados en diferentes idiomas a un mismo objeto promovió la incomprensión de todos con todos e impidió proseguir la construcción de la torre que aspiraba a llegar al cielo. El abismo generado por ese desencuentro forzó la dispersión de los hombres por toda la Tierra y su separación en conglomerados lingüísticos disímiles. A partir de allí, el contacto entre ellos ya no sería posible sin la mediación del traductor, figura proverbial, puente tendido entre quienes, sin él, estaban condenados al desencuentro.
No obstante, esa equivalencia entre términos distintos con la que el traductor atenúa las distancias entre idiomas recíprocamente incomprensibles está sujeta a la interpretación. A la lectura siempre subjetiva de significados que no son inamovibles, literales, sino dinámicos, cargados de matices y variaciones que van de mayor a menor en una gama tan amplia que desbarata la ilusión de contar con una sinonimia cabal entre palabras de idiomas diferentes. Es que el hecho de que los significados se parezcan revela, ante todo, que son distintos. Las palabras siempre quieren decir y nunca terminan de decir lo que quieren.
Por lo demás, y todo escritor lo sabe, cada palabra cuenta con una singularidad sonora irreductible. Su eufonía propia es incanjeable. La sonoridad de ninguna palabra equivale a la de otra, aun en el mismo idioma. Saberlo es decisivo en el orden de la composición. Un escritor no solo opera con significados. Lo hace también con tonalidades. Toda palabra se deja oír si se la sabe escuchar. Y su respiración nos dice hasta dónde puede ser o no ser nuestra.
El trabajo literario, la composición, suele ser una tarea absorbente. Solo se la resiste si la inspira el amor a las palabras; amor que, en la medida en que es deseo, es también desesperación por encontrarlas. Sartre es rotundo al respecto: "Si la literatura no es todo, no vale la pena perder en ella una sola hora". Todo no quiere decir lo único, sino esa escala de lo decisivo para una vida sin la cual ella se desdibuja. "Hay que amar el hecho de escribir una palabra -concluye el autor de Los caminos de la libertad- para tener verdaderamente el deseo de escribir como un escritor".
"Las palabras primordiales -propuso Martin Buber- no significan cosas sino que indican relaciones." Calidad de relaciones. Más íntimas o menos íntimas. Pero siempre relaciones. Fuera de ellas, las palabras se encuentran, como escribió Carlos Drummond de Andrade, "en estado de diccionario". No representan a nadie en la medida misma en que están a disposición de todos.
Pronunciarse, decir, es dar a conocer la índole del vínculo que nos une o desune con el mundo. El destino que en las palabras han corrido el prójimo, uno mismo, las cosas. Ellas plasman la vibración de nuestro diálogo con la realidad. La mayor o menor aptitud para el encuentro con ella. Distancias y cercanías se reflejan en las palabras que empleamos como signos en un cuerpo. Leer a alguien es acceder a su relación con el mundo.
¿Qué es un hombre sin sus palabras? ¿Un escritor sin sus palabras? Nadie. Lo dijo Octavio Paz: "Estamos hechos de palabras". Cuando nos faltan, todos los espejos se vuelven inútiles.
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/las-palabras-un-bien-esencial-del-que-estamos-hechos-hoy-bajo-amenaza
Las palabras. Un bien del que estamos hechos, hoy bajo amenaza
Santiago Kovadloff
1 de Agosto de 2020
Puesto que no soy sino un escritor, no puedo hablar de las palabras si no es con amor y con cautela. Cuento con ellas en cierta medida y de modo general. Pero a la vez nunca estoy seguro de disponer de las que, al escribir, creo imprescindibles. Vivo asediado por el lugar común y por la impotencia para dar con las que me importan. Por el temor a la obviedad de las ideas o la imprecisión de los términos que encuentro para expresarlas. Dicho esto y por sobre todo, amo las palabras. Me faltan, las tengo, las deseo. Me hechizaron desde siempre. Leídas y oídas primero, escritas después. En mi idioma, en otros. Aun en aquellos de los que nada sé ni entiendo. Me encanta escucharlos. Su modulación, su sonido. Oírlas, en el idioma que sea, me cautiva. El idish fue el primero que me brindó esa experiencia en la que se conjugaban la atracción y la ignorancia. Lo hablaban mis cuatro abuelos. Del castellano, me enamoré a conciencia en el Brasil. Residiendo allí y siendo poco más que un niño, dejé de hablarlo con frecuencia y supe un día cuánto lo extrañaba; qué intensa era en mí la emoción de escuchar sus palabras con nuestro acento argentino.
Dediqué mi vida a las palabras. Como lo hace cualquiera con su vocación. Desde los catorce años, no quise más que ser un escritor. Supongo que el derrumbe de la infancia me empujó hacia las palabras. A intentar con ellas la recuperación de algo perdido. Se trataba de llevar a las palabras aquello a lo que ya no podía jugar. Las palabras me rescataban de ese naufragio. No eran signos. Eran seres, eran cosas, perfumes, sitios. El alivio que buscaba, la poca luz de la que era capaz, los encontré en la palabra. En el acto de escribir y, claro está, de leer. Nada ha cambiado desde entonces. Aún hoy es así. Han pasado más de sesenta años desde aquella primera vez en que dejé de dibujar como un niño y empecé a escribir como un adolescente. El torrente de las palabras primero, la oscuridad tumultuosa, el desahogo ciego. Algunos años más tarde, Rilke me reveló la palabra "trabajo". Escribir significaba trabajar. Supe que había palabras certeras y otras que no lo eran. Palabras ganadas y palabras expropiadas. Empecé a tachar, a borrar. Encontré allí un arte mayor. Aún sigo aprendiéndolo. Un texto se construye despojándolo de excesos. Hay palabras nacidas para perderse y otras para florecer. No hay sinónimos en el lenguaje de un escritor.
No sabemos aún qué alcance tendrá la pérdida de la escritura manual en nuestra conformación subjetiva venidera. Sean cuales fueren sus consecuencias, es prudente no atribuirles un carácter catastrófico.
Son mayoría indiscutible quienes al apartarse de la escritura manual, se han liberado con alivio de una molestia, cuando no de una dificultad. Y si de escritores hablamos, está más que probado que el valor de una obra en nada depende del medio que se emplee para producirla.
Admitida esta evidencia, lo imprescindible en mi caso sigue siendo escribir a mano; dibujar cada palabra, cada oración. No disfruto del acto de escribir si no es así. Tres máquinas dactilográficas y una computadora poco menos que virgen evidencian mis sucesivos fracasos en el intento de trasladar ese placer a otro medio que a mi mano.
PIPA SURREALISTA. Esta obra célebre del pintor belga René Magritte, acaso pieza pionera del arte conceptual, pone en juego las relaciones entre la realidad, su representación y la palabra
Trazo con ella las palabras a ritmo pausado. Solo de ese ritmo brotan en mí las ideas que hilvanan mi prosa, las líneas de cada poema.
Rara vez son más de dos las páginas que logro en una sola jornada. En cuatro o cinco horas, apenas unos párrafos. O el esbozo casi siempre difuso de algunas estrofas. No sé extenderme si no dejo atrás algo cuya intensidad me resulte al menos consistente. Siempre son oscuras mis primeras palabras. Tanteos de ciego, signos casi impenetrables. Y sin embargo, en esa oscuridad algo se deja oír. Son las palabras que sobreviven. Las que encierran una promesa. El empeño y la fortuna las despejan. Como una bruma que se desvanece, dejan ver algún sentido.
Abro, al escribir, grandes espacios entre una línea y otra. En ellos y empleando distintos colores, esbozo diferentes alternativas para una misma idea. Trato, como puedo, de escapar a una primera redacción fatalmente precaria. A la pobreza de esas palabras primeras que nacen extenuadas.
Solo en mi letra reconozco mi escritura. La tipografía casi nada me entrega de cuanto brota de mi mano. No es más que la estela tenue de lo que fue la composición. En ella, mis palabras se me aparecen veladas. Les falta el semblante inconfundible que les infunde la caligrafía.
Trato de remontar esa distancia leyéndolas en voz alta. Solo así lo impreso me deja presentir, a través de su formato neutro, el dibujo de mis palabras. La voz me las devuelve, restaña esa distancia.
Roland Barthes sabía que en la letra vemos "la proyección enigmática de nuestro propio cuerpo. Trazar palabras es para mí del mismo orden que pintar para un pintor: escribir sale de mis músculos, disfruto de una especie de trabajo manual; acumulo dos 'artes': el del texto y el del grafismo".
Algo del enigma del tiempo recoge esa huella que la mano imprime en el papel. El modo en que cada cual lo conjuga se resuelve también como caligrafía. En ese surco que la mano cava. En esa llaga viva que, al unísono, es cicatriz.
Muy posiblemente, los hombres venideros serán ágrafos en un sentido esencial. Habrá un futuro en el que se desconocerá la letra de generaciones enteras. Asociadas a prácticas de un pasado distante, las palabras de una mano podrán contemplarse en páginas de museos y en documentales; en centros arqueológicos que perpetúen lo que ya no tendrá realidad fuera de una vitrina. Eso que hoy sigue siendo indispensable para mí.
Kovadloff en su estudio; sobre la mesa, al lado de la Olivetti, el lápiz y las hojas en las que escribe las primeras versiones de sus textos Fuente: LA NACION - Crédito: Marcelo Gómez
Georges Gusdorf lo dijo así: "El poeta opera la restitución del verbo. Da a la palabra sus resonancias, presenta a cada una en una situación nueva, de modo que su virtud reaparezca. El programa de Mallarmé, 'dar un sentido más puro a los vocablos de la tribu', es el programa del genio por la gracia del cual los vocablos más utilizados vuelven a encontrar misteriosamente su integridad original y se animan con una radiante fosforescencia".
La poesía, qué duda cabe, reintegra a los vocablos ese poder elocutivo que ilumina la realidad en todas sus dimensiones: la emocional, la intelectual, lo que en ella hay de inasequible. Revierte lo que el prejuicio hace de ellas, las sustrae al hábito y a la impermeabilidad que les impone la indiferencia. Sin ella, el mundo pierde relieve ontológico. La poesía, en suma, refunda el papel presencial de las cosas, la sombra inevitable que acompaña a toda designación. Pero los "vocablos de la tribu", más allá o más acá de la poesía, son también condición necesaria de la cultura, del discernimiento de la identidad personal y colectiva. Sin ellos, sin ese empleo habitual, no hay instituciones que puedan ser socialmente acatadas como imprescindibles. No se trata entonces de abrir una grieta irreparable entre el destino poético de los "vocablos de la tribu" y su uso frecuente. Esa disyuntiva es estéril. Más vale privilegiar su interdependencia. Si corresponde diferenciarlas, cabe también comprender y estimar su recíproca potenciación.
A mi ver, "los vocablos de la tribu" no solo son los que, restaurados, renacen en la voz del poeta. Ellos no solo connotan desgaste, la anemia expresiva que les impone el abuso, la inmovilidad de la costumbre, la rigidez del convencionalismo. Son, igualmente, un bien palpitante, un patrimonio vivo. Remiten a valores compartidos sin los cuales no hay comunidad. Generan esa necesaria cohesión social de la que solo son capaces los significados consensuados. Promueven acuerdos, en suma, que garantizan entendimiento. Esas palabras patrimoniales se encarnan en la ley. Infunden inteligibilidad a la trama de lo diario. La previsibilidad requerida para que el presente pueda remitir a un porvenir y contar con un pasado.
Pero algo más hay que decir sobre los "vocablos de la tribu" en lo que hace a su empleo habitual. Atenazados por el populismo y la pobreza discursiva que hoy padecen las democracias republicanas, revelan que el nuestro es un tiempo de palabras devaluadas. En política eso implica una desarticulación profunda de la trama social. El uso perverso que de ellas hace el poder cuando solo se interesa por sí mismo las priva de credibilidad pública. Se las pronuncia con irresponsabilidad demagógica. Se violenta su significado para infundir veracidad a la mentira y ganar apoyo donde la sinceridad no lo brindaría a la mayoría de los que recurren a ellas para privarlas de sentido y simular que se lo infunden. Puestas al servicio del poder, avasalladas por él, sin otro límite que el interés en alcanzarlo o sostenerse en él, las palabras terminan por hundirse en la ciénaga del descrédito, en lo puramente pretextual. La sociedad que padece su tergiversación ya nada espera de ellas ni de quienes las pronuncian. Convertidas en máscaras que ya ni siquiera disimulan lo que torpemente encubren, terminan despilfarradas por el descrédito. Es así como la política, herramienta esencial de la organización colectiva, impide que prospere la democracia ya que solo favorece, con el envilecimiento del lenguaje, el afianzamiento del autoritarismo y la represión del pensamiento crítico. Subordinadas a la intransigencia ideológica, sea esta de la naturaleza que fuere, las palabras, en esta circunstancia, no traducen más que intolerancia y fanatismo; promueven la discriminación y se convierten en el preámbulo de acciones violentas. Más aún: ya son expresión de esas acciones violentas.
Nuestro país es uno de los que acusan con mayor dramatismo la devastación de los significados llevada a cabo por el uso perverso que de ellos ha hecho la política. La lucha contra este proceso de degradación de las palabras corre por cuenta de una estricta educación cívica y de ella forma parte ese mismo periodismo libre expuesto a la saña de quienes, para prosperar, necesitan silenciarlo. En él, en ese periodismo, es posible encontrar un baluarte indispensable para restañar las heridas de las palabras, su menoscabo, esa violación de su función y de su sentido que no es otro que el de la verdad entendida como derecho a la disidencia.
Lo que las palabras nos entregan de las cosas proviene de la relación que entablamos con ellas. Es lo que usualmente llamamos su "sentido". Platón advirtió que entre las palabras y las cosas no puede haber homologación. El lenguaje, aseguró, es referencial. Su retrato del mundo no es el mundo. En nuestra comprensión de su semblante no se agota su realidad. Esta disonancia entre la designación y lo designado lejos está de decirnos que en el nombre de las cosas nada hay de las cosas que se nombran. O que el lenguaje es un creador de espejismos. En todo pronunciamiento, lo real irrumpe como interpretación, como significado. En todo significado relumbra como un destello ese más allá de la cosa que es su dimensión autónoma y que apenas se perfila en el lenguaje y no cabe en ninguna designación.
A esta realidad inaccesible como objeto y sin embargo palpitante como intensa insinuación en la palabra poética, Roberto Juarroz la designa "presencia desnuda del mundo" y la concibe como una voz que no deja de hacerse oír en la palabra del hombre. Y porque en la palabra del hombre insiste como un eco, ella pasa, por eso, a ser "parte de esa voz". En Platón, esa palabra, en lo que tiene de eminente, es la de la filosofía. Lo es en Merleau-Ponty y en Heidegger también y ni qué decir en Borges cuando escribe: "Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música."
De Babel me interesó siempre esa diáspora idiomática que produjo la abolición de la lengua única hablada por la humanidad concentrada en Senaar.
La diversidad de términos aplicados en diferentes idiomas a un mismo objeto promovió la incomprensión de todos con todos e impidió proseguir la construcción de la torre que aspiraba a llegar al cielo. El abismo generado por ese desencuentro forzó la dispersión de los hombres por toda la Tierra y su separación en conglomerados lingüísticos disímiles. A partir de allí, el contacto entre ellos ya no sería posible sin la mediación del traductor, figura proverbial, puente tendido entre quienes, sin él, estaban condenados al desencuentro.
No obstante, esa equivalencia entre términos distintos con la que el traductor atenúa las distancias entre idiomas recíprocamente incomprensibles está sujeta a la interpretación. A la lectura siempre subjetiva de significados que no son inamovibles, literales, sino dinámicos, cargados de matices y variaciones que van de mayor a menor en una gama tan amplia que desbarata la ilusión de contar con una sinonimia cabal entre palabras de idiomas diferentes. Es que el hecho de que los significados se parezcan revela, ante todo, que son distintos. Las palabras siempre quieren decir y nunca terminan de decir lo que quieren.
Por lo demás, y todo escritor lo sabe, cada palabra cuenta con una singularidad sonora irreductible. Su eufonía propia es incanjeable. La sonoridad de ninguna palabra equivale a la de otra, aun en el mismo idioma. Saberlo es decisivo en el orden de la composición. Un escritor no solo opera con significados. Lo hace también con tonalidades. Toda palabra se deja oír si se la sabe escuchar. Y su respiración nos dice hasta dónde puede ser o no ser nuestra.
El trabajo literario, la composición, suele ser una tarea absorbente. Solo se la resiste si la inspira el amor a las palabras; amor que, en la medida en que es deseo, es también desesperación por encontrarlas. Sartre es rotundo al respecto: "Si la literatura no es todo, no vale la pena perder en ella una sola hora". Todo no quiere decir lo único, sino esa escala de lo decisivo para una vida sin la cual ella se desdibuja. "Hay que amar el hecho de escribir una palabra -concluye el autor de Los caminos de la libertad- para tener verdaderamente el deseo de escribir como un escritor".
"Las palabras primordiales -propuso Martin Buber- no significan cosas sino que indican relaciones." Calidad de relaciones. Más íntimas o menos íntimas. Pero siempre relaciones. Fuera de ellas, las palabras se encuentran, como escribió Carlos Drummond de Andrade, "en estado de diccionario". No representan a nadie en la medida misma en que están a disposición de todos.
Pronunciarse, decir, es dar a conocer la índole del vínculo que nos une o desune con el mundo. El destino que en las palabras han corrido el prójimo, uno mismo, las cosas. Ellas plasman la vibración de nuestro diálogo con la realidad. La mayor o menor aptitud para el encuentro con ella. Distancias y cercanías se reflejan en las palabras que empleamos como signos en un cuerpo. Leer a alguien es acceder a su relación con el mundo.
¿Qué es un hombre sin sus palabras? ¿Un escritor sin sus palabras? Nadie. Lo dijo Octavio Paz: "Estamos hechos de palabras". Cuando nos faltan, todos los espejos se vuelven inútiles.
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/las-palabras-un-bien-esencial-del-que-estamos-hechos-hoy-bajo-amenaza
Thursday, July 9, 2020
9 DE JULIO: ¡DÍA DE LA INDEPENDENCIA!
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9 DE JULIO: ¡DÍA DE LA INDEPENDENCIA!
Fuente:Google Images.
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Coronavirus en Argentina: las 8 herramientas de Facundo Manes para sobrevivir a la cuarentena, por Gonzalo Sánchez
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Definiciones de experto
Coronavirus en Argentina: las 8 herramientas de Facundo Manes para sobrevivir a la cuarentena
En el marco del ciclo Diálogos, de Clarín, el reconocido neurólogo dio sus claves para atravesar el encierro y superar la pandemia.
Facundo Manes. En una charla con Clarín, dio sus claves para atravesar este momento de encierro y pandemia.
Gonzalo Sánchez
09/07/2020
Es un largo viaje la vida de Facundo Manes, una de las personas más prestigiosas de la Argentina. Nació en Quilmes y creció en Arroyo Dulce y Salto, al norte de la Provincia de Buenos Aires. Es neurólogo y neurocientífico, graduado en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde obtuvo su Doctorado en Ciencias. En 2001, regresó al país y creó el Instituto de Neurología Cognitiva, INECO, y el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. También creó la Fundación INECO para la investigación en neurociencias cognitivas. Es profesor de prestigiosas universidades del exterior y ha publicado más de doscientos cincuenta trabajos científicos en las revistas internacionales más importantes de su especialidad. Manes está convencido de que la riqueza de un país "se mide por el capital humano, la educación, la ciencia y la tecnología, y que allí está la base del desarrollo social". Hace tiempo que recorre el interior brindando charlas.
Esta conversación con Clarín, que formó parte del ciclo Diálogos, exclusivo para suscriptores, se llevó a cabo en pleno endurecimiento de la cuarentena por el avance de la pandemia. Un concepto interesante anclado en el mensaje de Manes: para el neurólogo no hay un “día después” de la pandemia. En todo caso, señala, “el día después es ahora" y no hay tiempo que perder.
-Tenemos miedo, vivimos con miedo, estar expuestos a un virus nos predispone de un modo que no habíamos experimentado antes, ¿cómo lo vive usted?
-Estamos por primera vez en la historia emocionalmente sincronizados grandes sectores de la población mundial. Nunca pasó que una misma emoción predomine en todos los continentes. Es una crisis de salud, pero también humanitaria, social, de relaciones internacionales, de tensión entre potencias. Vamos a un mundo multipolar. Pero también es una crisis moral, política, ideológica. Y todo afecta nuestras emociones. Lo vivo como la mayoria de las personas. Tengo la suerte de contribuir con mi granito de arena al legado del doctor René Favaloro, tratando de acompañar a los médicos de la fundación, que están en el frente de batalla, y preocupado por el país porque esta situación requiere de un compromiso colectivo.
- No sirve salvarse solo, no se puede.
- El salvase quien pueda acá no existe. Está totalmente equivocado. Esta pandemia nos da la oportunidad de pensar qué somos realmente, quiénes somos, qué cosas valoramos, incluso para tratar de encontrar nuestra mejor versión, nos da una oportunidad para pensarnos colectivamente. Estamos más que nunca en el mismo mar. No en el mismo barco, en el mismo mar.
-Crisis sanitaria, crisis económica que se siente y se sentirá con más fuerza más adelante y el presente, el encierro y la incertidumbre. ¿Cómo hacer para no sentirnos abrumados?
-Es un momento muy delicado para nuestro bienestar mental. La pandemia y la cuarentena producen un impacto concreto y hay herramientas para intentar reducir esto. En epidemias previas en el sudeste asiático, también en Canadá, hubo cuarentenas que duraron muchos menos, aproximadamente 3 semanas. Algo tan largo como esto y que abarca a tanta gente nunca sucedió. Los datos que tenemos de impacto en la salud mental son de cuarentenas más cortas y se observó cómo aparecían síntomas negativos en la salud mental: estrés postraumático, depresión, ansiedad, agotamiento, insomnio, preocupaciones psicosomáticas, frustración, desapego, mayor uso de sustancias de tabaco, alcohol, drogas, más violencia doméstica, confusión e ira. Y este efecto es el efecto combinado de la pandemia y de la cuarentena.
-Nadie dice por ahora cómo será la salida.
-Es cierto. La falta de horizonte, la falta de una perspectiva, de una salida administrada que sea integral, multidisciplinaria, basada en la evidencia científica, con datos fiables y que aborde la enfermedad mental o el impacto mental, de la misma manera que se aborda la salud. La salud es una sola e incluye la salud mental, pero repito, tener un plan estratégico de salida administrada que sea integral, multidisciplinario, que nos dé perspectiva y que esté apoyado en datos confiables y de evidencia científica. Es clave que la sociedad tenga un horizonte y que haya una discusión seria, honesta, no de facciones, no contaminada por la política habitual, que sea un debate sanitario, social y económico. Y esto nos va a permitir reducir la incertidumbre. O sea que hay mucho que pueden hacer las autoridades para nuestro bienestar. Si los mensajes de las autoridades son contradictorios, se agrava el impacto mental de la pandemia. Las autoridades deben tener la empatía para comportarse y comunicar en forma transparente y forma muy responsable, con humildad, siendo conscientes de que muchos argentinos o ciudadanos están viviendo en la pobreza o han perdido el empleo.
"El cerebro es un órgano social", dice Manes.
-Parece buen punto, pero necesitamos herramientas, ¿qué podemos hacer nosotros por nosotros mismos en este tiempo de aguantar?
-Una herramienta, o un hábito, es ver noticias confiables y no por mucho tiempo, porque eso es lo que recomienda incluso la Organización Mundial de la Salud. Te voy a contar qué pasa en el cerebro. Yo tengo 51 años. Antes de la pandemia, me hice un chequeo y estoy bien. Si uno ve la probabilidad de que yo me enferme y me muera es ínfima. Puede pasar, pero es muy muy baja. Pero ahora que si Facundo Manes, que hace tres meses se hizo un chequeo y tiene buena salud, está todo el día viendo noticias de gente no muy confiable, contando los muertos, contando los muertos en el mundo, recibiendo whats apps de amigos con fotos de lo que pasó en China, en Madrid, empieza a pasar una cosa que llamamos negligencia de la probabilidad. Yo, que tengo casi muy pocas chances de que me pase algo, empiezo a pensar mucho más en la probabilidad de infectarme y percibo que me voy a enfermar gravemente y morir. Así que una de las cosas que tenemos que hacer para manejar el bienestar mental es ir a fuentes confiables de información y no mucho tiempo.
-Anotado: negligencia de la probabilidad.
-Otra conducta que sucede en esta crisis, sobre todo al principio, cuando nos avisaban que íbamos a entrar en cuarentena, es que la gente va al supermercado a comprar papel higiénico, ¿te acordás? Esto es una ilusión de control. Aparece ansiedad y miedo. La ansiedad es un miedo anticipatorio. Aprovisionar, claro, es una forma de bajar la ansiedad un poco. Tenemos los papeles higiénicos, pero después sube con mayor fuerza. Ya tenemos la ilusión del control, así que hay muchas conductas que estamos viendo que aparecen, pero a medida que vemos que el virus se propaga, también estamos viendo que se propaga el miedo y eso es muy importante charlarlo.
Facundo Manes. Foto: Luciano Thieberger.
-Por supuesto, adelante.
-Estamos viendo la propagación del virus desde el principio, pero también estamos viendo la propagación del miedo. Es porque nos enfrentamos a algo novedoso, amenazante, impredecible. Y por primera vez en la historia existe un miedo generalizado al mismo tiempo en gran parte de la población mundial. Y el miedo es uno de los estados emocionales que hace que el mundo se detenga. Todo en un compás de espera hasta que el peligro sea resuelto de alguna manera. Pero por ahora eso no va a pasar. ¿Por qué hay que tener cuidado? Porque el miedo es una emoción muy efectiva para el control social. El miedo a quedarse sin trabajo le hace al trabajador agachar la cabeza. El miedo a ser perseguido le hace al ciudadano resignarse frente al atropello del poderoso. El miedo a perder lo poco que se tiene lo hace a uno no ir por más. El miedo es una estrategia primitiva de coerción que dista mucho de lo que las sociedades modernas y democráticas mantenemos como ideal.
-Cuidado con la política del miedo, quiere decir.
-Claro, frente a esto, ¿qué hacer? La cooperación, otra vez sentirnos parte de algo colectivo. El antídoto para el miedo es cooperar y sentirnos parte de lo colectivo. Porque está el miedo real a enfermar. Pero también está el riesgo de consumir mensajes equivocados, mensajes tendenciosos o dirigidos a generar algo puntual y caer en esa trampa. Es muy importante conversar de esto, porque los poderosos pueden usar el término cuidarnos para controlarnos. El miedo predispone a eso.
-Hay un debate: ¿Cómo va a ser el mundo post pandemia?
El día después ya empezó. El mundo va a ser totalmente diferente. Cada pandemia a lo largo de la historia cambió las creencias de la época, y cambiaron a la sociedad. La pregunta cómo nos está cambiando. Pienso, como muchos, que se van a acelerar tendencias previas que existían antes de la pandemia. En términos de educación, vamos a una educación híbrida que nos requiere pensar nuevos desafíos. Por ejemplo, va a haber una educación a distancia mucho más importante que la que había antes de la pandemia. Pero también es cierto que nunca va a reemplazar al docente, al contacto humano, porque el cerebro, nuestro cerebro, aprende básicamente cuando algo nos motiva, nos inspira. Eso es lo que logra el docente con el contacto humano. Y como eso vamos a ver un aumento de las tendencias previas a la pandemia que se van a acelerar. Y esto puede sacar lo mejor del ser humano.
-Está dando un mensaje muy positivo en un momento en que no queda más remedio que estar un poco en soledad.
Ahora vamos al terreno de las herramientas para combatir este momento. Entra un término que es importante y qué es resiliencia. La resiliencia es una conducta humana, que nos permite enfrentar un problema, atravesarlo. Superarlo y salir fortalecidos. Se estudiaron desastres previos y se vio que una gran parte de la población sale más resiliente, así que probablemente una gran parte de la población que está sufriendo saldrá más resiliente. Lo que yo primero quiero comentar es que aceptar emociones negativas es parte de nuestro bienestar, ya que vamos a atravesar dolor, estamos atravesando dolor, sufrimiento y aceptar eso es parte del bienestar. El bienestar no es solo emociones positivas. Aceptar las emociones negativas es parte del bienestar. Hay una cosa que nombraste que es la soledad, que es un tema muy, muy importante, porque el cerebro humano es un órgano social. Nosotros necesitamos del otro y los vínculos humanos impactan en nuestro bienestar. Hay varios estudios que demuestran que la gente que tiene más vínculos humanos tiene más expectativa de vida. Somos seres sociales, necesitamos vincularnos para nuestra supervivencia, para nuestro bienestar y este virus agarra lo mejor de nosotros, lo mejor de nuestra especie, que es el contacto humano, el contacto social, y lo usa en nuestra contra. Por eso una recomendación.
-Adelante
La primera te diría que voy a dar para pasar. Lo mejor en este momento con respecto al bienestar mental es mantener el distanciamiento físico, pero estar conectado socialmente. Usar la tecnología, por ejemplo. Esto que estamos haciendo ahora para conectarnos y llamar a una persona mayor que quizás hace mucho tiempo que no vemos. Mi mamá vive en Salto, es mayor, no podemos ir a visitarla. Mi hermano vive en Buenos Aires conmigo, pero la llamamos dos veces por día. A la noche, cuando comemos, los nietos la llaman come con nosotros por teléfono o por videoconferencia. Tenemos que usar la tecnología que yo muchas veces critiqué antes de la pandemia para estar conectados.
-Estar juntos pero separados.
-Tenemos que estar distanciados físicamente, pero no socialmente porque somos seres sociales. La soledad nos mata. Sentirnos solos crónicamente es un factor de mortalidad tan importante como la obesidad, la polución ambiental o el tabaquismo. Llamemos a una persona mayor que hace mucho que no vemos, estemos conectados con la tecnología porque somos seres sociales.
-¿Y no tener miedo a pedir ayuda, no?
-Es muy importante lo que decís, porque uno no tiene vergüenza de decir tengo sed, pero tiene vergüenza de decir que está solo.
-Mucha gente manifiesta ansiedad y no saber qué hacer. También apareció el insomnio. ¿Hay alguna explicación desde lo neuronal?
-Hablamos de que estamos frente a la amenaza de un virus novedoso e invisible. La principal conducta humana en millones de años fue y es detectar el peligro y sobrevivir. Ahora, ¿qué es la ansiedad? La ansiedad es un miedo anticipatorio. Yo puedo ver, yo tengo miedo porque anda el virus por las calles de Buenos Aires. Está presente la amenaza. Eso es real. El ser humano, a diferencia de otras especies, tiene la posibilidad de recrear escenarios pasados y de imaginar escenarios futuros. Pero también eso es bueno evolutivamente porque uno, revisando el pasado, aprende para sobrevivir e imaginando el futuro. Tiene escenarios para protegerse y sobrevivir, pero también puede haber una ansiedad patológica que nos afecta.
-¿Pero es bueno que estemos preocupados?
-Buen punto: mindfulness, ¿puede contarnos qué es?
-Es una técnica de meditación con raíces budistas, que hoy la ciencia la usa y básicamente consta en una atención plena, una atención al presente sin juzgar, porque cuando uno está concentrado en el presente, el cerebro es mucho más productivo y más feliz, y los pensamientos ansiosos desaparecen, relajan su actividad porque nos concentramos en el presente.
-¿Fluir usando el cuerpo y concentrándose en la respiración en forma prolongada puede ser algo fácil de hacer?
-Sí, totalmente disponible y que nos baje el estrés y la ansiedad. Así que ya te di tres recomendaciones, pero además, ayudar a otro es también una manera de estar mejor. Ya cuando uno recibe ayuda se siente bien, pero cuando uno es altruista, el altruismo activa sistemas de placer en el cerebro.
-¿Y la actividad física, se puede considerar una herramienta más?
-Definitivamente, por mínima que sea, la actividad física es otro factor que influye muchísimo. El ejercicio diario reduce la ansiedad y mejora el estado del ánimo. Yo te diría que uno de los mejores. El ejercicio físico es uno de los mejores ansiolíticos y antidepresivos. Que un ejercicio pueda guiarse por Internet es muy importante porque refuerza el pensamiento creativo, disminuye la ansiedad y mejora el ánimo, así que es clave.
-Hemos vivido automáticamente y esta crisis nos paró en seco, eso también es dramático.
- Sí, pero estamos con tiempo para planificar. Hay que tomar esta crisis, esta pandemia, más allá de todo el drama, como una oportunidad para bajar un poco el cambio, para bajar cambios, para desacelerar. Una oportunidad para volvernos más creativos, para volvernos menos egocéntricos, para ser más conscientes. Incluso para descubrir o redescubrir nuestra mejor versión.
-¿De todos modos, no puedo dejar de preguntarle cómo piensa el 2021?
-Sobre la Argentina, creo que ha llegado el momento de la verdad para nuestro país. La Argentina viene de una decadencia crónica que es inaceptable y donde ningún partido político puede levantar bandera. Nosotros tenemos el mismo ingreso per cápita que en el año 74. Hoy hay 50 por ciento de pobreza. Entonces, ha llegado el momento de la verdad. Tenemos que pensar, armar, explicar y hacer un país diferente. Tenemos que hacer algo nuevo, sin los atajos ni las trampas de siempre. No va más. Tenemos que salir por arriba de esta grieta que nos empobrece. Esta lucha de facciones que nos lleva a cada vez más pobreza y más problemas. Tenemos que empezar a discutir las preguntas importantes. Tenemos que recomponer las instituciones y protegernos de los abusos del poder, la corrupción, las arbitrariedades, los zigzagueos. Vamos a tener sí o sí que invertir en lo que no invertimos hasta ahora, que es salud, educación, nutrición.
-¿Existe la felicidad?
-Lo respondo desde las claves de la ciencia diaria. ¿Qué sabemos desde las claves del bienestar? Bastante. La genética juega un rol en nuestro bienestar. Antes se pensaba que en un 50 por ciento nuestro bienestar estaba determinado genéticamente por nuestros tíos, abuelos, padres. Hoy sabemos que un 30, es menor, pero la carga genética aporta lo suyo. Otro aspecto que sabemos desde la ciencia por varios estudios que dan bienestar es el contacto humano. ¿Cuántos amigos tienen? ¿Cuánta gente con quien contar tienen? Es un indicador muy importante de bienestar. También concentrarnos en algo que nos guste. Cortar el césped, dibujar, escribir. Cuando uno hace algo con pasión, el mundo desaparece. También, y esto nos ayuda para la pandemia, encontrar un propósito en la vida, encontrar una meta que nos supere. Sentirnos parte de un sueño mayor nos da mucha felicidad. También el altruismo impacta en nuestro cerebro positivamente. Disfrutar del presente. Reducir los pensamientos negativos. Tener metas personales. Tener gratitud es otra cosa que tenemos que hacer ahora, cuando todo anda mal. Hay algo en la vida que anda bien. Por ejemplo, en mi caso yo ahora puedo hablar, puedo ver, puedo mover los brazos y las piernas. Muchos no pueden hacerlo. Eso también es clave: reconocer y celebrar aquello que tenemos, tener sentimientos de gratitud por todo lo bueno que nos pasa, aún cuando nos rodea el drama, también ayuda a que seamos felices.
Fuente:https://www.clarin.com/sociedad/herramientas-doctor-cerebro-sobrevivir-cuarentena_0_qUGCISpUg.html
Definiciones de experto
Coronavirus en Argentina: las 8 herramientas de Facundo Manes para sobrevivir a la cuarentena
En el marco del ciclo Diálogos, de Clarín, el reconocido neurólogo dio sus claves para atravesar el encierro y superar la pandemia.
Facundo Manes. En una charla con Clarín, dio sus claves para atravesar este momento de encierro y pandemia.
Gonzalo Sánchez
09/07/2020
Es un largo viaje la vida de Facundo Manes, una de las personas más prestigiosas de la Argentina. Nació en Quilmes y creció en Arroyo Dulce y Salto, al norte de la Provincia de Buenos Aires. Es neurólogo y neurocientífico, graduado en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde obtuvo su Doctorado en Ciencias. En 2001, regresó al país y creó el Instituto de Neurología Cognitiva, INECO, y el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. También creó la Fundación INECO para la investigación en neurociencias cognitivas. Es profesor de prestigiosas universidades del exterior y ha publicado más de doscientos cincuenta trabajos científicos en las revistas internacionales más importantes de su especialidad. Manes está convencido de que la riqueza de un país "se mide por el capital humano, la educación, la ciencia y la tecnología, y que allí está la base del desarrollo social". Hace tiempo que recorre el interior brindando charlas.
Esta conversación con Clarín, que formó parte del ciclo Diálogos, exclusivo para suscriptores, se llevó a cabo en pleno endurecimiento de la cuarentena por el avance de la pandemia. Un concepto interesante anclado en el mensaje de Manes: para el neurólogo no hay un “día después” de la pandemia. En todo caso, señala, “el día después es ahora" y no hay tiempo que perder.
-Tenemos miedo, vivimos con miedo, estar expuestos a un virus nos predispone de un modo que no habíamos experimentado antes, ¿cómo lo vive usted?
-Estamos por primera vez en la historia emocionalmente sincronizados grandes sectores de la población mundial. Nunca pasó que una misma emoción predomine en todos los continentes. Es una crisis de salud, pero también humanitaria, social, de relaciones internacionales, de tensión entre potencias. Vamos a un mundo multipolar. Pero también es una crisis moral, política, ideológica. Y todo afecta nuestras emociones. Lo vivo como la mayoria de las personas. Tengo la suerte de contribuir con mi granito de arena al legado del doctor René Favaloro, tratando de acompañar a los médicos de la fundación, que están en el frente de batalla, y preocupado por el país porque esta situación requiere de un compromiso colectivo.
- No sirve salvarse solo, no se puede.
- El salvase quien pueda acá no existe. Está totalmente equivocado. Esta pandemia nos da la oportunidad de pensar qué somos realmente, quiénes somos, qué cosas valoramos, incluso para tratar de encontrar nuestra mejor versión, nos da una oportunidad para pensarnos colectivamente. Estamos más que nunca en el mismo mar. No en el mismo barco, en el mismo mar.
-Crisis sanitaria, crisis económica que se siente y se sentirá con más fuerza más adelante y el presente, el encierro y la incertidumbre. ¿Cómo hacer para no sentirnos abrumados?
-Es un momento muy delicado para nuestro bienestar mental. La pandemia y la cuarentena producen un impacto concreto y hay herramientas para intentar reducir esto. En epidemias previas en el sudeste asiático, también en Canadá, hubo cuarentenas que duraron muchos menos, aproximadamente 3 semanas. Algo tan largo como esto y que abarca a tanta gente nunca sucedió. Los datos que tenemos de impacto en la salud mental son de cuarentenas más cortas y se observó cómo aparecían síntomas negativos en la salud mental: estrés postraumático, depresión, ansiedad, agotamiento, insomnio, preocupaciones psicosomáticas, frustración, desapego, mayor uso de sustancias de tabaco, alcohol, drogas, más violencia doméstica, confusión e ira. Y este efecto es el efecto combinado de la pandemia y de la cuarentena.
-Nadie dice por ahora cómo será la salida.
-Es cierto. La falta de horizonte, la falta de una perspectiva, de una salida administrada que sea integral, multidisciplinaria, basada en la evidencia científica, con datos fiables y que aborde la enfermedad mental o el impacto mental, de la misma manera que se aborda la salud. La salud es una sola e incluye la salud mental, pero repito, tener un plan estratégico de salida administrada que sea integral, multidisciplinario, que nos dé perspectiva y que esté apoyado en datos confiables y de evidencia científica. Es clave que la sociedad tenga un horizonte y que haya una discusión seria, honesta, no de facciones, no contaminada por la política habitual, que sea un debate sanitario, social y económico. Y esto nos va a permitir reducir la incertidumbre. O sea que hay mucho que pueden hacer las autoridades para nuestro bienestar. Si los mensajes de las autoridades son contradictorios, se agrava el impacto mental de la pandemia. Las autoridades deben tener la empatía para comportarse y comunicar en forma transparente y forma muy responsable, con humildad, siendo conscientes de que muchos argentinos o ciudadanos están viviendo en la pobreza o han perdido el empleo.
"El cerebro es un órgano social", dice Manes.
-Parece buen punto, pero necesitamos herramientas, ¿qué podemos hacer nosotros por nosotros mismos en este tiempo de aguantar?
-Una herramienta, o un hábito, es ver noticias confiables y no por mucho tiempo, porque eso es lo que recomienda incluso la Organización Mundial de la Salud. Te voy a contar qué pasa en el cerebro. Yo tengo 51 años. Antes de la pandemia, me hice un chequeo y estoy bien. Si uno ve la probabilidad de que yo me enferme y me muera es ínfima. Puede pasar, pero es muy muy baja. Pero ahora que si Facundo Manes, que hace tres meses se hizo un chequeo y tiene buena salud, está todo el día viendo noticias de gente no muy confiable, contando los muertos, contando los muertos en el mundo, recibiendo whats apps de amigos con fotos de lo que pasó en China, en Madrid, empieza a pasar una cosa que llamamos negligencia de la probabilidad. Yo, que tengo casi muy pocas chances de que me pase algo, empiezo a pensar mucho más en la probabilidad de infectarme y percibo que me voy a enfermar gravemente y morir. Así que una de las cosas que tenemos que hacer para manejar el bienestar mental es ir a fuentes confiables de información y no mucho tiempo.
-Anotado: negligencia de la probabilidad.
-Otra conducta que sucede en esta crisis, sobre todo al principio, cuando nos avisaban que íbamos a entrar en cuarentena, es que la gente va al supermercado a comprar papel higiénico, ¿te acordás? Esto es una ilusión de control. Aparece ansiedad y miedo. La ansiedad es un miedo anticipatorio. Aprovisionar, claro, es una forma de bajar la ansiedad un poco. Tenemos los papeles higiénicos, pero después sube con mayor fuerza. Ya tenemos la ilusión del control, así que hay muchas conductas que estamos viendo que aparecen, pero a medida que vemos que el virus se propaga, también estamos viendo que se propaga el miedo y eso es muy importante charlarlo.
Facundo Manes. Foto: Luciano Thieberger.
-Por supuesto, adelante.
-Estamos viendo la propagación del virus desde el principio, pero también estamos viendo la propagación del miedo. Es porque nos enfrentamos a algo novedoso, amenazante, impredecible. Y por primera vez en la historia existe un miedo generalizado al mismo tiempo en gran parte de la población mundial. Y el miedo es uno de los estados emocionales que hace que el mundo se detenga. Todo en un compás de espera hasta que el peligro sea resuelto de alguna manera. Pero por ahora eso no va a pasar. ¿Por qué hay que tener cuidado? Porque el miedo es una emoción muy efectiva para el control social. El miedo a quedarse sin trabajo le hace al trabajador agachar la cabeza. El miedo a ser perseguido le hace al ciudadano resignarse frente al atropello del poderoso. El miedo a perder lo poco que se tiene lo hace a uno no ir por más. El miedo es una estrategia primitiva de coerción que dista mucho de lo que las sociedades modernas y democráticas mantenemos como ideal.
-Cuidado con la política del miedo, quiere decir.
-Claro, frente a esto, ¿qué hacer? La cooperación, otra vez sentirnos parte de algo colectivo. El antídoto para el miedo es cooperar y sentirnos parte de lo colectivo. Porque está el miedo real a enfermar. Pero también está el riesgo de consumir mensajes equivocados, mensajes tendenciosos o dirigidos a generar algo puntual y caer en esa trampa. Es muy importante conversar de esto, porque los poderosos pueden usar el término cuidarnos para controlarnos. El miedo predispone a eso.
-Hay un debate: ¿Cómo va a ser el mundo post pandemia?
El día después ya empezó. El mundo va a ser totalmente diferente. Cada pandemia a lo largo de la historia cambió las creencias de la época, y cambiaron a la sociedad. La pregunta cómo nos está cambiando. Pienso, como muchos, que se van a acelerar tendencias previas que existían antes de la pandemia. En términos de educación, vamos a una educación híbrida que nos requiere pensar nuevos desafíos. Por ejemplo, va a haber una educación a distancia mucho más importante que la que había antes de la pandemia. Pero también es cierto que nunca va a reemplazar al docente, al contacto humano, porque el cerebro, nuestro cerebro, aprende básicamente cuando algo nos motiva, nos inspira. Eso es lo que logra el docente con el contacto humano. Y como eso vamos a ver un aumento de las tendencias previas a la pandemia que se van a acelerar. Y esto puede sacar lo mejor del ser humano.
-Está dando un mensaje muy positivo en un momento en que no queda más remedio que estar un poco en soledad.
Ahora vamos al terreno de las herramientas para combatir este momento. Entra un término que es importante y qué es resiliencia. La resiliencia es una conducta humana, que nos permite enfrentar un problema, atravesarlo. Superarlo y salir fortalecidos. Se estudiaron desastres previos y se vio que una gran parte de la población sale más resiliente, así que probablemente una gran parte de la población que está sufriendo saldrá más resiliente. Lo que yo primero quiero comentar es que aceptar emociones negativas es parte de nuestro bienestar, ya que vamos a atravesar dolor, estamos atravesando dolor, sufrimiento y aceptar eso es parte del bienestar. El bienestar no es solo emociones positivas. Aceptar las emociones negativas es parte del bienestar. Hay una cosa que nombraste que es la soledad, que es un tema muy, muy importante, porque el cerebro humano es un órgano social. Nosotros necesitamos del otro y los vínculos humanos impactan en nuestro bienestar. Hay varios estudios que demuestran que la gente que tiene más vínculos humanos tiene más expectativa de vida. Somos seres sociales, necesitamos vincularnos para nuestra supervivencia, para nuestro bienestar y este virus agarra lo mejor de nosotros, lo mejor de nuestra especie, que es el contacto humano, el contacto social, y lo usa en nuestra contra. Por eso una recomendación.
-Adelante
La primera te diría que voy a dar para pasar. Lo mejor en este momento con respecto al bienestar mental es mantener el distanciamiento físico, pero estar conectado socialmente. Usar la tecnología, por ejemplo. Esto que estamos haciendo ahora para conectarnos y llamar a una persona mayor que quizás hace mucho tiempo que no vemos. Mi mamá vive en Salto, es mayor, no podemos ir a visitarla. Mi hermano vive en Buenos Aires conmigo, pero la llamamos dos veces por día. A la noche, cuando comemos, los nietos la llaman come con nosotros por teléfono o por videoconferencia. Tenemos que usar la tecnología que yo muchas veces critiqué antes de la pandemia para estar conectados.
-Estar juntos pero separados.
-Tenemos que estar distanciados físicamente, pero no socialmente porque somos seres sociales. La soledad nos mata. Sentirnos solos crónicamente es un factor de mortalidad tan importante como la obesidad, la polución ambiental o el tabaquismo. Llamemos a una persona mayor que hace mucho que no vemos, estemos conectados con la tecnología porque somos seres sociales.
-¿Y no tener miedo a pedir ayuda, no?
-Es muy importante lo que decís, porque uno no tiene vergüenza de decir tengo sed, pero tiene vergüenza de decir que está solo.
-Mucha gente manifiesta ansiedad y no saber qué hacer. También apareció el insomnio. ¿Hay alguna explicación desde lo neuronal?
-Hablamos de que estamos frente a la amenaza de un virus novedoso e invisible. La principal conducta humana en millones de años fue y es detectar el peligro y sobrevivir. Ahora, ¿qué es la ansiedad? La ansiedad es un miedo anticipatorio. Yo puedo ver, yo tengo miedo porque anda el virus por las calles de Buenos Aires. Está presente la amenaza. Eso es real. El ser humano, a diferencia de otras especies, tiene la posibilidad de recrear escenarios pasados y de imaginar escenarios futuros. Pero también eso es bueno evolutivamente porque uno, revisando el pasado, aprende para sobrevivir e imaginando el futuro. Tiene escenarios para protegerse y sobrevivir, pero también puede haber una ansiedad patológica que nos afecta.
-¿Pero es bueno que estemos preocupados?
-Buen punto: mindfulness, ¿puede contarnos qué es?
-Es una técnica de meditación con raíces budistas, que hoy la ciencia la usa y básicamente consta en una atención plena, una atención al presente sin juzgar, porque cuando uno está concentrado en el presente, el cerebro es mucho más productivo y más feliz, y los pensamientos ansiosos desaparecen, relajan su actividad porque nos concentramos en el presente.
-¿Fluir usando el cuerpo y concentrándose en la respiración en forma prolongada puede ser algo fácil de hacer?
-Sí, totalmente disponible y que nos baje el estrés y la ansiedad. Así que ya te di tres recomendaciones, pero además, ayudar a otro es también una manera de estar mejor. Ya cuando uno recibe ayuda se siente bien, pero cuando uno es altruista, el altruismo activa sistemas de placer en el cerebro.
-¿Y la actividad física, se puede considerar una herramienta más?
-Definitivamente, por mínima que sea, la actividad física es otro factor que influye muchísimo. El ejercicio diario reduce la ansiedad y mejora el estado del ánimo. Yo te diría que uno de los mejores. El ejercicio físico es uno de los mejores ansiolíticos y antidepresivos. Que un ejercicio pueda guiarse por Internet es muy importante porque refuerza el pensamiento creativo, disminuye la ansiedad y mejora el ánimo, así que es clave.
-Hemos vivido automáticamente y esta crisis nos paró en seco, eso también es dramático.
- Sí, pero estamos con tiempo para planificar. Hay que tomar esta crisis, esta pandemia, más allá de todo el drama, como una oportunidad para bajar un poco el cambio, para bajar cambios, para desacelerar. Una oportunidad para volvernos más creativos, para volvernos menos egocéntricos, para ser más conscientes. Incluso para descubrir o redescubrir nuestra mejor versión.
-¿De todos modos, no puedo dejar de preguntarle cómo piensa el 2021?
-Sobre la Argentina, creo que ha llegado el momento de la verdad para nuestro país. La Argentina viene de una decadencia crónica que es inaceptable y donde ningún partido político puede levantar bandera. Nosotros tenemos el mismo ingreso per cápita que en el año 74. Hoy hay 50 por ciento de pobreza. Entonces, ha llegado el momento de la verdad. Tenemos que pensar, armar, explicar y hacer un país diferente. Tenemos que hacer algo nuevo, sin los atajos ni las trampas de siempre. No va más. Tenemos que salir por arriba de esta grieta que nos empobrece. Esta lucha de facciones que nos lleva a cada vez más pobreza y más problemas. Tenemos que empezar a discutir las preguntas importantes. Tenemos que recomponer las instituciones y protegernos de los abusos del poder, la corrupción, las arbitrariedades, los zigzagueos. Vamos a tener sí o sí que invertir en lo que no invertimos hasta ahora, que es salud, educación, nutrición.
-¿Existe la felicidad?
-Lo respondo desde las claves de la ciencia diaria. ¿Qué sabemos desde las claves del bienestar? Bastante. La genética juega un rol en nuestro bienestar. Antes se pensaba que en un 50 por ciento nuestro bienestar estaba determinado genéticamente por nuestros tíos, abuelos, padres. Hoy sabemos que un 30, es menor, pero la carga genética aporta lo suyo. Otro aspecto que sabemos desde la ciencia por varios estudios que dan bienestar es el contacto humano. ¿Cuántos amigos tienen? ¿Cuánta gente con quien contar tienen? Es un indicador muy importante de bienestar. También concentrarnos en algo que nos guste. Cortar el césped, dibujar, escribir. Cuando uno hace algo con pasión, el mundo desaparece. También, y esto nos ayuda para la pandemia, encontrar un propósito en la vida, encontrar una meta que nos supere. Sentirnos parte de un sueño mayor nos da mucha felicidad. También el altruismo impacta en nuestro cerebro positivamente. Disfrutar del presente. Reducir los pensamientos negativos. Tener metas personales. Tener gratitud es otra cosa que tenemos que hacer ahora, cuando todo anda mal. Hay algo en la vida que anda bien. Por ejemplo, en mi caso yo ahora puedo hablar, puedo ver, puedo mover los brazos y las piernas. Muchos no pueden hacerlo. Eso también es clave: reconocer y celebrar aquello que tenemos, tener sentimientos de gratitud por todo lo bueno que nos pasa, aún cuando nos rodea el drama, también ayuda a que seamos felices.
Fuente:https://www.clarin.com/sociedad/herramientas-doctor-cerebro-sobrevivir-cuarentena_0_qUGCISpUg.html
La debacle educativa que traerá el Covid-19, por Andrés Oppenheimer
The following information is used for educational purposes only.
OPINIÓN | CORONAVIRUS
La debacle educativa que traerá el Covid-19
Andrés Oppenheimer
8 de Julio de 2020
El cierre de escuelas por la pandemia del Covid-19 y el aumento del aprendizaje en línea hará que aumente la brecha educacional entre quienes tienen un tutor privado, o una computadora y acceso a internet y quienes no los tienen. Pero hay una manera de limitar este problema, y es gratis.
Según las Naciones Unidas, 1200 millones de niños en todo el mundo se han quedado sin ir a la escuela por la pandemia, y eso podría hacer crecer enormemente la inequidad dentro de los países, y entre los países ricos y los países en desarrollo.
En América Latina, solo el 34 por ciento de los estudiantes de la escuela primaria, el 41 por ciento de los de secundaria y un 68 por ciento de los de la educación terciaria tienen acceso a computadores con internet en sus casas, según otro estudio de la OCDE. En Estados Unidos y Europa, la cifra es del 76 por ciento.
La creciente disparidad educativa acelerada por la pandemia de Covid-19 puede condenar a muchos países a la mediocridad, o a la pobreza, durante varias décadas . A medida que nos sumergimos más en la economía de Zoom, con más gente trabajando desde casa, más comercio electrónico y más robots haciendo trabajo manual en las fábricas, la educación será más importante que nunca.
Es por eso que es tan importante que todos conozcan la fantástica labor del Khan Academy ( Khanacademy.org ), una plataforma de aprendizaje en línea gratuita que ayuda a millones de estudiantes en todo el mundo a resolver sus problemas de matemáticas, ciencias y otras materias en inglés, español, portugués y otros idiomas.
Es una organización notable, que fue creada en 2008 por Salman Khan, un conocido innovador social de Silicon Valley. La compañía sin fines de lucro, de 200 empleados, tiene como lema: "Educación gratuita para cualquier persona y en cualquier lugar".
Desde el comienzo de la pandemia del Covid-19 en febrero, la Academia Khan vio aumentar su número de estudiantes registrados de 90 millones a 107 millones en todo el mundo. Decenas de millones más usan la plataforma solo para aprender una o más lecciones específicas sin registrarse como estudiantes regulares.
He seguido la trayectoria de Khan durante años, y escribí sobre él como uno de los grandes innovadores sociales del mundo en mi libro de 2014 Crear o Morir!. A diferencia de Mark Zuckerberg y otros innovadores que crearon plataformas de internet gratuitas y luego las monetizaron, Khan no permite avisos ni permite la venta de datos en su plataforma . La Academia Khan vive exclusivamente de las donaciones de más de 200.000 personas y corporaciones.
En una entrevista días atrás, Khan me dijo que comparte los temores de las Naciones Unidas sobre el aumento de la inequidad por el cierre de las escuelas.
"Varios estudios muestran que durante los tres meses de vacaciones de verano los estudiantes no solo dejan de aprender, sino también se olvidan de lo aprendido," me dijo Khan. "Ahora, con el Covid-19, los estudiantes habrán estado fuera de la escuela durante cinco o seis meses. Sus conocimiento se volverán obsoletos".
Agregó: "Esto podría llevar no solo a seis meses de aprendizaje perdido, sino a un año entero de aprendizaje perdido. Entonces, cualesquiera que sean las desigualdades que ya existían antes del Covid-19, es muy posible que se acentúen ahora".
Es por eso que es urgente que los estudiantes que se están quedando atrás en el aprendizaje en línea comiencen a usar los videos de la Academia Khan. Y también es preciso que los países y las escuelas inviten a la Academia Khan a sincronizar sus videos con sus programas de estudios.
En Brasil, México y Perú, algunas escuelas ya lo están haciendo. Pero en otros, como la Argentina, este recurso masivo y gratuito de aprendizaje en línea es en buena parte desconocido, o está prohibido por presión de sindicatos de la izquierda jurásica que se oponen a cualquier tipo de innovación educativa .
En lugar de quedarse sentados sin hacer nada, o esperar soluciones mágicas, los gobiernos y las escuelas deberían aprovechar estos videos educativos de la Academia Khan y encontrar la forma de hacerlos llegar a los estudiantes más pobres. Es un gran recurso que ya existe, funciona, y es gratuito.
@oppenheimera
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-debacle-educativa-traera-covid-19-nid2393603
OPINIÓN | CORONAVIRUS
La debacle educativa que traerá el Covid-19
Andrés Oppenheimer
8 de Julio de 2020
El cierre de escuelas por la pandemia del Covid-19 y el aumento del aprendizaje en línea hará que aumente la brecha educacional entre quienes tienen un tutor privado, o una computadora y acceso a internet y quienes no los tienen. Pero hay una manera de limitar este problema, y es gratis.
Según las Naciones Unidas, 1200 millones de niños en todo el mundo se han quedado sin ir a la escuela por la pandemia, y eso podría hacer crecer enormemente la inequidad dentro de los países, y entre los países ricos y los países en desarrollo.
En América Latina, solo el 34 por ciento de los estudiantes de la escuela primaria, el 41 por ciento de los de secundaria y un 68 por ciento de los de la educación terciaria tienen acceso a computadores con internet en sus casas, según otro estudio de la OCDE. En Estados Unidos y Europa, la cifra es del 76 por ciento.
La creciente disparidad educativa acelerada por la pandemia de Covid-19 puede condenar a muchos países a la mediocridad, o a la pobreza, durante varias décadas . A medida que nos sumergimos más en la economía de Zoom, con más gente trabajando desde casa, más comercio electrónico y más robots haciendo trabajo manual en las fábricas, la educación será más importante que nunca.
Es por eso que es tan importante que todos conozcan la fantástica labor del Khan Academy ( Khanacademy.org ), una plataforma de aprendizaje en línea gratuita que ayuda a millones de estudiantes en todo el mundo a resolver sus problemas de matemáticas, ciencias y otras materias en inglés, español, portugués y otros idiomas.
Es una organización notable, que fue creada en 2008 por Salman Khan, un conocido innovador social de Silicon Valley. La compañía sin fines de lucro, de 200 empleados, tiene como lema: "Educación gratuita para cualquier persona y en cualquier lugar".
Desde el comienzo de la pandemia del Covid-19 en febrero, la Academia Khan vio aumentar su número de estudiantes registrados de 90 millones a 107 millones en todo el mundo. Decenas de millones más usan la plataforma solo para aprender una o más lecciones específicas sin registrarse como estudiantes regulares.
He seguido la trayectoria de Khan durante años, y escribí sobre él como uno de los grandes innovadores sociales del mundo en mi libro de 2014 Crear o Morir!. A diferencia de Mark Zuckerberg y otros innovadores que crearon plataformas de internet gratuitas y luego las monetizaron, Khan no permite avisos ni permite la venta de datos en su plataforma . La Academia Khan vive exclusivamente de las donaciones de más de 200.000 personas y corporaciones.
En una entrevista días atrás, Khan me dijo que comparte los temores de las Naciones Unidas sobre el aumento de la inequidad por el cierre de las escuelas.
"Varios estudios muestran que durante los tres meses de vacaciones de verano los estudiantes no solo dejan de aprender, sino también se olvidan de lo aprendido," me dijo Khan. "Ahora, con el Covid-19, los estudiantes habrán estado fuera de la escuela durante cinco o seis meses. Sus conocimiento se volverán obsoletos".
Agregó: "Esto podría llevar no solo a seis meses de aprendizaje perdido, sino a un año entero de aprendizaje perdido. Entonces, cualesquiera que sean las desigualdades que ya existían antes del Covid-19, es muy posible que se acentúen ahora".
Es por eso que es urgente que los estudiantes que se están quedando atrás en el aprendizaje en línea comiencen a usar los videos de la Academia Khan. Y también es preciso que los países y las escuelas inviten a la Academia Khan a sincronizar sus videos con sus programas de estudios.
En Brasil, México y Perú, algunas escuelas ya lo están haciendo. Pero en otros, como la Argentina, este recurso masivo y gratuito de aprendizaje en línea es en buena parte desconocido, o está prohibido por presión de sindicatos de la izquierda jurásica que se oponen a cualquier tipo de innovación educativa .
En lugar de quedarse sentados sin hacer nada, o esperar soluciones mágicas, los gobiernos y las escuelas deberían aprovechar estos videos educativos de la Academia Khan y encontrar la forma de hacerlos llegar a los estudiantes más pobres. Es un gran recurso que ya existe, funciona, y es gratuito.
@oppenheimera
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-debacle-educativa-traera-covid-19-nid2393603
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